Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en ContraRéplica.
Una sombra recorre los procesos en electorales en el continente americano, la sombra del autoritarismo se cierne sobre los procesos electorales, Estados Unidos ya no es ajeno a esarealidad, durante largo tiempo el vecino del norte se jactó de ser una de las democracias más consolidadas del mundo, hoy con muy poco, Donald Trump, está a punto de ganar por segunda vez de la presidencia de los Estados Unidos y lo hace precisamente socavando las reglas y las formas que dieron solidez a la democracia más longeva del continente.
Durante el primer debate de cara a la elección presidencial de noviembre la nota más relevante fue el mal desempeño de Joe Biden: los lapsus en que sus ideas fueron poco claras o inconexas, la carencia de energía y presencia, aún en condiciones que se supone ayudarían a Biden, que no hubiera público y que se apagaran los micrófonos para evitar las interrupciones, la falta de respuesta ante los ataques incesantes de Donald Trump, por ejemplo, sobre los problemas legales del hijo de Biden, al final los datos eran contundentes, una encuesta levantada por la cadena CNN señalaba que el 67% de los encuestados vieron ganar el debate a Trump, esto podría significar el inicio del fin para el partido Demócrata en su intento por repetir por un segundo periodo en la Casa Blanca.
Poco o nada se dijo de las afirmaciones cuestionables de Donald Trump a lo largo del debate, sobre el asalto al Capitolio Trump dijo “Lo que le han hecho a algunas personas que son tan inocentes debería darte vergüenza”, esto lo dijo el expresidente cuando Bidenacusó a Trump de arengar a sus partidarios para tomar el Capitolio.
Sobre el tema de migración Trump dijo “Me encantaría preguntarle (a Biden) por qué permitió que millones de personas vinieran aquí, desde prisiones, cárceles e instituciones mentales, para venir a nuestro país y destruirlo”, ante lo que Biden replicó “sencillamente no es verdad”. También Trump mencionó que muchos de los migrantes ilegales viven en hoteles de lujo en Estados Unidos y que solo se creaban empleos para ellos.
Esa fue la tónica de un debate en la que en todo momento Trump se mostró seguro, desafiante, mientras Biden luchaba contra una ronquera que no le permitió escucharse con claridad, con una voz entrecortada, un debate que solo acrecentó las dudas sobre la capacidad mental y física de Biden para repetir para un segundo periodo.
La forma en que se desarrolló el debate ha dejado de lado un elemento fundamental, la decencia política, si bien los dos contendientes hicieron afirmaciones falsas, en el caso de Trump esta conducta fue reiterada, distintos medios contaron al menos 30 afirmaciones falsas que hizo Trump durante el debate, la verdad la han hecho a un lado, para instalarse en las falsedades, en la polarización y el encono.
El intercambio de ideas, el contraste de propuestas, los cuestionamientos, que son la parte esencial de un debate, se hicieron a un lado, porque uno de los candidatos decidió alimentar los prejuicios de la ciudadanía, el odio, explotar el malestar social contra lo que viene de fuera, de manera abierta Trump repite sin cesar la idea de que Estados Unidos es perjudicado por otras naciones por lo que se deben cerrar al resto del mundo y los daños deben de ser pagados por los enemigos de la nación.
Por lo tanto, poco importa hablar de los que temas que se discutieron durante el debate, lo importante es determinar quién ganó, lo importante es quién se comportó mejor, quién tuvo un mejor desempeño, quién se vio más fuerte ante el electorado, del contenido, de las visiones, de los proyectos nada quedó, al final hay un candidato fuerte y uno débil.
Si en Estados Unidos que se presume ser una de las democracias más longevas y estables en el mundo, poco importan las formas ya que lo importante es ganar, es claro que la democracia vive una mala época. El discurso más estridente, excluyente y difamatorio marca la pauta. La mentira se ha instalado en el centro de la discusión pública y poco va a importar lo que se diga, la rendición de cuentas, la responsabilidad por lo que hizo Donald Trump cuando fue presidente, todo eso quedará eclipsado porque lo importante es ganar a costa de lo que sea.
La victoria de Donald Trump podría ser la noticia más importante en la historia de los Estados Unidos, porque puede significar el fin de una de las épocas más obscuras para la democracia de los Estados Unidos cuando concluya su mandato en 2028 en caso de ganar, pero también puede que Trump haya sembrado la semilla del malestar con la democracia como ya ocurre prácticamente en todo América Latina y con ello surjan nuevamente en la historia nombres como Hitler, Stalin o Mussolini por solo mencionar algunos, donde lo importante no son las reglas sino los hombres.
Iván Arrazola es analista política e integrante de Integridad Ciudadana A.C. @ivarrcor @integridad_AC