Por Francisco Mancilla Martínez. Publicado en ContraRéplica
El reciente proceso electoral nos ha dejado una imagen nítida de la voluntad política ciudadana. Más allá de los nombres y las facciones políticas que constituyen la cara visible de los resultados electorales, quedan los datos numéricos del proceso, los que sin duda complementan y dan sustancia al aspecto más relevante de la contienda política, el análisis de la conciencia política de nuestro país, expresada a través del voto.
Sin duda México es un país democrático. Los ciudadanos expresaron libremente sus preferencias políticas, las cuales no fueron objetadas. El electorado que acudió a emitir su voto expresó su voluntad política por el partido gobernante en un 40.84% del total de votos recibidos, porcentaje que supera incluso el 38.94% de la votación conjunta obtenida por los tres partidos políticos siguientes (PAN, PRI y MC).
No obstante, al comparar procesos electorales anteriores, la participación política fue menor. La participación en las urnas fue del 61.04% de la Lista Nominal de electores, lo que resulta inferior al 63.42% del 2018, 63.08% del 2012 y 63.97% del año 2000. Esto es significativo, toda vez que aún con el aumento de la población con derecho al voto y las campañas oficiales e invitaciones particulares, el interés por participar en el proceso electoral disminuyó entre la población en general.
En consecuencia, la falta de interés y la ausencia en las urnas aumentaron. Se abstuvo de votar más de la tercera parte de los ciudadanos inscritos en la Lista Nominal, esto es: el 39.05%. Esta tendencia continuó con la abstención de los procesos electorales recientes: 36.03% en 2000, 41.45% en 2006, 36.86% en 2012 y 36.58% en 2018. El reciente proceso electoral ha tenido el segundo porcentaje más bajo de participación ciudadana de los últimos 24 años. En estos años la aceptación de la oferta política por parte de los ciudadanos ha sido igualmente desinteresada, sin importar el partido político que ha llegado al poder.
Paradójicamente, y contrario a la opinión pública, es de advertir que el próximo Ejecutivo Federal escasamente representará a la ciudadanía del país. La candidata triunfadora del partido gobernante a la Presidencia de la República, obtuvo el 59.75% de la votación, más del doble de la siguiente candidata, que obtuvo el 27.45%. La candidata triunfadora superó ampliamente los porcentajes de triunfo de los candidatos de sexenios anteriores, 1994, 48.69%; 2000, 42.52%;2006, 35.89%: 2012, 38.15% y 2018, 53.19%. Sin embargo, de la Lista Nominal de mexicanos con derecho a voto (98,468,994 ciudadanos), solo obtuvo el 36.48%, esto es, la candidata triunfadora asumirá la Presidencia de la República, por decisión de un poco más de 3 de 10 mexicanos con derecho a voto.
Los resultados electorales nos señalan que la voluntad política ciudadana optó mayoritariamente por el fortalecimiento del monismo político. Los ciudadanos que democráticamente eligieron la continuidad del partido gobernante, no solo le otorgaron el Poder Ejecutivo, sino el control del Poder Legislativo. El partido gobernante junto con sus coaligados tendrá la mayoría en el Senado de la República con el 55.17%, y la mayoría en la Cámara de Diputados con el 54.72%. El electorado ha elegido el gobierno determinante de un solo partido, como sucedió en las últimas cinco décadas del siglo pasado, limitando una opinión y una decisión política distintas a la del partido gobernante.
De modo grave nuestro país se dirige a una uniformidad política, la cual será total si el partido gobernante absorbe al Poder Judicial, éste ha sido en la Historia el real contrapeso del poder autoritario, por lo que, al perder su autonomía, igualmente se perdería la división de poderes. Todo gobierno mayoritario reduce o anula la alternativa política, se vuelve autocrático. Esto ya ha sucedido en el país, pero el electorado lo ha olvidado. Un gobierno sin contrapesos adquiere una vía libre para sus acciones, olvidando que el país es de todos los ciudadanos, no de un grupo, por más bien intencionado y honesto que se autocalifique. El aún gobierno federal ha hecho su constante esfuerzo para anular cualquier contrapeso o alternativa a sus decisiones. El futuro gobierno, continuará la obra, este es el verdadero resultado electoral.
El Padrón Electoral para el Proceso 2023-2024 se conformó con 14,951,977 de electores entre los 18 y los 24 años, muchos de ellos tuvieron la primera oportunidad de votar. La juventud mayoritariamente se encontró dirigida y confundida. La falta de interés político de la población, y no obstante los constantes mensajes del partido gobernante a su favor, no lograron despertar mayor reflexión y sentido crítico de los jóvenes. En los jóvenes se fincarán las próximas decisiones políticas fundamentales. Una juventud de escasa capacidad crítica sería el mayor daño para el país. En el otro polo, tuvo mayor peso político el electorado de 50 años en adelante, 26,451,623 ciudadanos conformaron el 26.87% del Padrón Electoral, de ellos, 12,833,778 corresponden al grupo de 65 años y mayores, de manera coincidente, son quienes reciben la pensión del bienestar.
La reflexión final lleva a la certeza de que la política debe ser una conducción de los propios ciudadanos, es su decisión para la vida colectiva, local, regional y nacional. La política no puede entregarse a cualquier líder por más carismático que sea o a un solo grupo. Los resultados numéricos nos advierten del retraso de la conciencia política, en un entorno en el que el sistema de partidos políticos ha obrado en contra de sí, anulando el contrapeso y la alternancia de su origen. No es fácil en este momento considerar cuando logrará desarrollarse cualitativamente de conciencia política nacional, en otra época requirió de extenso tiempo. La gente debe entender que todo gobernante es su servidor. Nuestra tarea permanente debe ser recuperar la conciencia y responsabilidad política de los ciudadanos.
Por Francisco Mancilla Martínez
Fuente: INSTITUTO NACIONAL ELECTORAL