Por Magdiel Gómez Muñiz. Publicado en ContraRéplica.
“Si un tirano llegara al gobierno, el ciudadano sobrellevará el olor a pólvora y muerte”
Provocador, agudo, analítico el libro de Mauricio Viroli intitulado “La elección del Príncipe. Los consejos de Maquiavelo al ciudadano elector”. Con el sello de la colección Paidós. Estado y Sociedad; se teje una narrativa muy útil para esta época electoral.
Al menos en los primeros seis capítulos existe la certeza que entre los ciudadanos y los aspirantes al cargo público no hay punto de encuentro, pues tienen de origen dos realidades antagónicas, mientras: “los primeros no quieren vivir sometidos, los segundos, muestran un gran deseo de dominar”. Y no solo eso, el texto nos insinúa estar muy atentos para impedir que el Estado caiga en manos de perfiles ineptos, que promuevan el odio y la intolerancia, que, además, deseen el gobierno con el único fin de conseguir dinero y privilegios.
Para Viroli, el gran error del Estado democrático es que las jornadas electorales junto con las urnas se alimentan de discursos de odio que obnubilan la razón del individuo al momento de decidir. El acto de votar es sagrado, se entiende que de las ofertas políticas debe ganar el menos malo. Al final, lo que se desea es que la república no caiga en ruinas.
Para el caso que nos ocupa, las elecciones del próximo 04 de junio de 2023 en el Estado de México y Coahuila exigen ambientes que le permitan al elector el voto libre y secreto, que las jornadas se caractericen por ser espacios libres de violencia y que los resultados se respeten en el tenor de la decisión soberana del pueblo. De los 27 cargos de elección popular, estos serán la antesala de los que nos espera para la elección presidencial de 2024. En esta ocasión se tiene previsto que, un poco más de 14 millones de ciudadanos tomen las mejores decisiones. Nadie se debe refugiar entre que el pasado fue siempre malo o que el presente no tiene rumbo. La madurez que priva en el elector debe estar a la altura de una democracia que sigue luchando por consolidarse, pese a algunos “giros de timón” vergonzantes.
Se sabe que es imposible averiguar “mediante razonamientos o cálculos, quién podría gobernar bien” así como también, se puede sostener que es poco recomendable el dejarnos llevar por los sentimientos y la pasión, por ejemplo, el odio como moneda de cambio electoral, es perjudicial ya que, el odio “nos lleva a elegir a hombres despreciables simplemente porque prometen apalear a las personas que detestamos, ya se trate de ricos, de políticos en general, de pobres, meridionales, comunistas, mujeres, homosexuales o emigrantes.” Sin duda, Viroli tenía toda la razón. Las pasiones no son buenas consejeras en política, pese a que la política es el mundo de la pasión.
Bajo la secuencia de entender la ecuación del bienestar, se debe alejar a los delincuentes, a las personas que han cometido fraude al Estado, aquellos coludidos con el crimen, a los tibios que prostituyen sus pseudolealtades, a los ignorantes a los que, cegados por la megalomanía, satanizan a todo el que piensa diferente. A nadie conviene un autoritarismo de Estado, a nadie conviene ser representados por la cofradía de los peores.
Por lo anterior, tanto Delfina Gómez Álvarez (MORENA) como Alejandra del Moral Vela (PRI-PAN-PRD-Nueva Alianza) en EdoMex; y Manolo Jiménez (PAN-PRI-PRD) y Armando Guadiana (MORENA) en Coahuila, más allá de las descalificaciones comprendan el privilegio de fortalecer la democracia que entre otras cosas convendrá velar por tres agendas que siguen durmiendo el “sueño de los justos”: Agenda Verde Integral; Agenda Educativa Innovadora; Agenda de Seguridad Ontológica. Al tiempo.
Dr. Magdiel Gómez Muñiz Colaborador de Integridad Ciudadana, Coordinador del Doctorado en Ciencia Política del Centro Universitario de la Ciénega – UDG. Profesor Investigador de Tiempo Completo de la Universidad de Guadalajara @magdielgmg @Integridad_AC