Por Armando Alfonzo Jiménez. Columna invitada. Publicado en El Heraldo de México.

¿Cómo se suelen resolver las controversias entre los miembros de una familia? ¿Estamos dispuestos a platicar, a alejarnos de nuestros puntos de vista y a allanar sin rencores las diferencias existentes? 

No pocas veces las familias se destruyen por ambiciones tendientes a conservar propiedades o intereses económicos. En muchos casos de sucesión pareciere que a los herederos no los unía ni la sangre ni el manto común que los cobijó muchos años.

Por otra parte, ¿cómo suele ser la dinámica de comunicación en las escuelas? Fenómenos como la violencia escolar están ligados a la falta de la capacidad de la autoridad de propiciar un ambiente de tolerancia y no en pocas ocasiones quedar rebasados en el ejercicio de la disciplina. Aunque también contribuye la formación que los niños y jóvenes reciben en casa. Aprender a resolver los conflictos a través del diálogo solo se logra mediante la educación.

En el ámbito académico, ¿qué tan dispuestos estamos de que nuestras ideas se discutan respetuosamente y que se dé un debate de altura que enriquezca el conocimiento?https://d-21221831802253474282.ampproject.net/2403280457000/frame.html

En el caso del poder público, se ha avanzado en la consolidación de los derechos contra la discriminación, sin embargo, es mucho lo que queda pendiente. Una educación para la paz y la tolerancia conlleva el cumplimiento de la ley, en general, sin pasar por alto, en particular, la vertiente punitiva del combate a la impunidad y a la criminalidad.

Por supuesto, que el Estado debe apostar a la prevención de la violencia, al fomento de la no discriminación, así como la plena observancia de la ley. https://d-21221831802253474282.ampproject.net/2403280457000/frame.html

Por ningún motivo, los gobiernos deben propiciar la guerra. 

La mejor manera para ser promotor de la paz y la tolerancia, sea en sede del poder político o sea desde la trinchera de la sociedad civil, es a partir de la educación, y derivado de ella, entre otras medidas, de una constante campaña para repudiar la violencia y la criminalidad, para entendernos mediante el diálogo, de generar espacios para la comunicación, de privilegiar los mecanismos alternos para la solución de los conflictos.

Es mucho lo que pueden contribuir a esa educación los líderes en el mundo. En la arena política, sin abandonar sus principios, convicciones u opiniones, a tratar con respeto a sus contrincantes y a comprometerse en serio en formular y llevar a la realidad una agenda de promoción de la paz y de respeto a los derechos fundamentales.

Dice un adagio: “La palabra convence pero el ejemplo arrastra”. Es responsabilidad de líderes, padres de familia, profesores y todo aquel que tenga a su cargo a grupos de personas a dar un ejemplo de civilidad, de respeto al otro, de cumplimiento de la ley, de generar ambientes que propicien la armonía entre los integrantes de la sociedad. Pero también es mucho lo que cada uno de nosotros podemos aportar para lograr un mundo con dignidad, paz y tolerancia.

POR ARMANDO ALFONZO JIMÉNEZ

CONSTITUCIONALISTA