Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en El Novedades.

Ha concluido el proceso interno Morena y ha terminado en medio de los reclamos de uno de los contendientes, el que obtuvo el segundo lugar, el ex canciller Marcelo Ebrard, quien denunció irregularidades en el levantamiento de la encuesta y en el procesamiento de los resultados, por lo que exigió reponer el proceso, ante la negativa de su partido, Ebrard anunció que en Morena ya no tiene cabida y que en los próximos días tomará una decisión, probablemente anunciará su salida del partido.

Pero en realidad, lo que explica el resultado que Ebrard obtuvo en la encuesta, son los errores que cometió desde que Morena obtuvo la victoria en el 2018. En primer lugar, Marcelo Ebrard decidió aceptar un puesto en el que poco incidía en la política interna, para el presidente López Obrador la política externa no ha sido importante y de eso dejó constancia con su frase “la mejor política exterior es la política interior”.

Eso lo dejó claro López Obrador al hacer pocas giras internacionales, a lo largo de su sexenio sólo ha hecho cuatro, dos de ellas a Estados Unidos, ha manejado una agenda en la que ha respaldado a todos los gobiernos de izquierda, incluidas dictaduras como la cubana o cuasi dictaduras como la venezolana o la nicaragüense. El papel de Ebrard fue marginal en todos los asuntos que el presidente definió en las mañaneras, pelándose con España o con el Parlamento Europeo, ante esto Ebrard solo tenía como única opción salir a justificar al presidente y apagar el fuego.

Mientras su principal rival, tejió alianzas con gobernadores y altos funcionarios públicos, Ebrard se la pasó la mayor parte del tiempo en giras y en eventos internacionales que poco o nada importaban al presidente, mientras que su rival directa se la pasó haciendo campaña, contando con todos los recursos públicos y políticos para “impartir conferencias”, que en realidad eran actos proselitistas anticipados, Marcelo hacía videos en TikTok tratando de ganar simpatías.

En segundo lugar, Ebrard hizo campaña fundamentalmente en redes sociales, mostrándose fresco, bromista, moderno, tratando de llegar a un público joven o consumidor de estos medios,  lo que sin duda le habría ayudado si la encuesta se hubiese levantado en redes sociales o vía telefónica, pero la encuesta se hizo casa por casa, de manera tradicional, de tal forma, que todas las bardas, todos los espectaculares, toda la cargada a favor de la favorita del presidente, terminaron pesando más a la hora de levantar la encuesta.

En tercer lugar, Ebrard decidió participar en un proceso interno controlado por el aparato de Estado, pero de forma más específica por el presidente López Obrador, él fijó las reglas del proceso: no debates, no descalificaciones entre los aspirantes, no entrevistas a medios de comunicación adversos a Morena, la firma de un compromiso en el que se comprometían a respetar el resultado, una campaña basada en presumir los logros del régimen pero no las fallas, en síntesis un proceso diseñado para desactivar el conflicto y la división, un proceso limitado, en el que era imposible hacer un contraste entre los aspirantes, lo que al final a quién más afectó fue a Ebrard que siempre estuvo atrás en las encuestas.

En cuarto lugar, Ebrard fue titubeante a lo largo del proceso interno, primero propuso la creación de una Secretaria de Estado que estaría a cargo de uno de los hijos del presidente, pero el hijo de AMLO no aceptó, se hizo acompañar de uno de los hermanos del presidente, tal vez el más incómodo, Pio López Obrador,  que fue captado recibiendo sobres con dinero, después presentó un proyecto de seguridad y trató de debatir con Sheinbaum sobre el tema,  pero ésta no aceptó, y por último, acusó cargada del aparato de Estado a favor de Claudia Sheinbaum, y amagó con dejar la contienda, tampoco tuvo efecto su amenaza, al contrario el presidente lo acuso de vulgar ambicioso y Ebrard decidió quedarse hasta prácticamente el final del proceso.

Y por último y quizás el error más grave de Marcelo, fue no saber leer las señales, de que nunca sería el favorito del presidente, hoy ante su inminente renuncia al partido, la razón por la que pretende renunciar suena más a un berrinche por no haber obtenido la candidatura que a una diferencia de fondo. Si Marcelo decide marcharse y postularse por otro partido, quedará como un “vulgar ambicioso” como en algún momento lo llamó López Obrador, si Marcelo decide renunciar a Morena lo tendrá que hacer por una razón de peso, por diferencias sobre el proyecto de nación, por los errores cometidos por el régimen de la 4T, renunciar alegando que le hicieron fraude, lo hará quedar como un mal perdedor y un político sin credibilidad.

Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor @Integridad_AC