Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en Etcétera.
Para López Obrador hay dos tipos de periodistas, los que importan y los que no. Los primeros le importan porque son reconocidos y mientras más críticos sean con su gobierno, más le ayudan a fomentar la polarización en el país que es la base de su proyecto, no la transformación sino la división entre la ciudadanía, o bien aquellos medios que apoyan incondicionalmente la transformación. Los otros, en total 37 periodistas asesinados a lo largo del sexenio, son de ciudades pequeñas o medias, que hacen una labor heroica al informar lo que sucede en sus ciudades sobre los abusos de la clase política o sobre la participación del narco, esos periodistas le importan poco al presidente porque nadie los conoce y no ayudan a fortalecer el régimen autoritario que poco a poco está construyendo.
Dice el presidente que lo que lo hace diferente a otros presidentes es que su gobierno “no es un gobierno represor, nosotros silenciamos a nadie, somos respetuosos de los derechos humanos, y el principal derecho humano es el derecho a la vida», esto con relación al atentado que el periodista Ciro Gómez Leyva sufrió días antes en la Ciudad de México.
Si López Obrador dice que para él el principal derecho humano es la vida, su gobierno no lo ha refrendado, en su sexenio han asesinado más periodistas que en el de Peña Nieto, diez más por lo menos, van 37 a lo largo del sexenio y los homicidios dolosos ya superan los 130 mil, por lo que al mandatario la fuerza de sus palabras le resulta insuficiente ante la caprichosa realidad que demuestra el fracaso de sus políticas para combatir la violencia en el país.
Sus conferencias mañaneras se supone tendrían que ser espacios para exponer, pero también para ayudar a las personas que solicitan ayuda, el caso de la reportera Lourdes Maldonado de Tijuana fue un caso emblemático, acudió a la conferencia del presidente solicitando ayuda, ésta nunca llegó y la reportera fue asesinada meses después de que solicitó la ayuda cuando se dirigía al sepelio de un colega asesinado en la misma ciudad.
La mayaría de estos periodistas trabajan para medios independientes, llevan un modo de vida sencillo y están expuestos al poder político y al poder del crimen organizado que buscan silenciarlos, y cuando los asesinan lo hacen a plena luz del día, lo hacen de manera pública y sin ningún tipo de recato, para que todos lo vean, enviando el mensaje de que aquel que quiera investigar o realizar su labor perderá la vida.
Cuando el Parlamento Europeo le solicitó al presidente proteger a periodistas y activistas en México, el presidente descalificó como es su costumbre, en su respuesta al Parlamento Europeo López Obrador señaló “Sepan diputados europeos, que México ha dejado de ser tierra de conquista y, como en muy pocas ocasiones en su historia, se están haciendo valer los principios libertarios de igualdad y democracia. Aquí́ no se reprime a nadie, se respeta la libertad de expresión y el trabajo de los periodistas. El Estado no viola los derechos humanos como sucedía en gobiernos anteriores, cuando ustedes, por cierto, guardaron silencio cómplice”.
Pero el gobierno de López Obrador es un gobierno de palabras no de acciones, no se puede considerar democrático y protector de libertades cuando la prensa no puede realizar su principal labor que es informar, dice que en su gobierno no se reprime, puede ser cierto, pero hay algo peor y que es no proteger la vida de los comunicadores y eso es precisamente lo que ha hecho este gobierno, lamentar la muerte de periodistas y después decir que se respetan las garantías cuando es claro que en la práctica no ocurre así. La impunidad y la facilidad con la que se puede matar periodistas en México hace que esta actividad no solo sea peligrosa sino poco atractiva para ejercerse.
Para rematar el caso de Gómez Leyva, López Obrador lo ha utilizado para seguir polarizando, lejos de bajar el nivel de ataques, insiste en que el comunicador junto con otros periodistas críticos a su gobierno son voceros del conservadurismo. Califica el atentado contra el periodista como un intento por desestabilizar a su gobierno, inclusive amenaza con presentar denuncias por este hecho, poco le importan la vida de los periodistas lo importante es fortalecer la narrativa de la victimización de la cual el presidente es experto.
Pero un atentado contra un periodista no es necesario para desestabilizar a su gobierno, él lo ha hecho solo, con lo desastrosos resultados de su gestión en materia de seguridad, salud y economía, aunque todos los días salga a decir lo contrario.
Cuando el presidente dice fuera mascaras es claro cuál es el mensaje, lo que deja ver es su rostro profundamente autoritario. la democracia es un vehículo que le ayudó a llegar el poder, el sistema electoral y la opinión pública fueron dos pilares fundamentales en su acceso al poder, hoy los desconoce y le estorban por eso su profundo rencor hacia ellos y por eso los ataca o los destruye. El régimen autoritario que hoy pretende traer de vuelta López Obrador, lo único que deja claro es que en el no hay espacio ni para la libertad ni para la protección de los derechos humanos, independientemente de la relevancia del comunicador, todas y todos tienen derecho a ser protegidos, pero para el presidente lo único que importa es la acumulación de poder y esa es la única razón por la que será recordado por la historia.
Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor