Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en Etcétera.

El año 2023 será de definiciones, muchas de las figuras más relevantes de la política nacional y local dejarán los puestos que juraron cumplir hasta el final de su mandato pero que la propia Constitución señala que deben dejar seis meses antes si quieren contender por otro cargo, pero hay otros casos como el de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México que hace malabares, mientras trata de cumplir con su mandato al mismo tiempo realiza proselitismo de manera encubierta, todo esto ocurre ante las críticas de la oposición pero principalmente de sus compañeros de partido.

Esto sucede en un entorno en el que todos los recursos y esfuerzos parecen enfocarse en hacer de la jefa de Gobierno la ungida del grupo en el poder, la heredera del régimen, la continuidad de las políticas del presidente López Obrador, a este fenómeno de apoyo masivo se le conoce como cargada política.

Según Jorge Torres el termino cargada en el argot político mexicano se refiere “a la adhesión en masa al candidato(a) elegido desde lo más alto del poder, con la obligación de observar la disciplina partidaria y un apoyo incondicional que en ocasiones llega al extremo de la ignominia”.

Hay diferentes ejemplos que muestran cómo opera la cargada política en los tiempos de la 4T, pero el más importante de todos es sin duda la mal llamada reforma electoral o Plan B, una propuesta legislativa confeccionada a modo para beneficiar a una de las contendientes en la carrera presidencial.

La reforma electoral propone dos modificaciones que sin duda alguna ayudarán al o la favorita del régimen a lograr sus aspiraciones presidenciales: la primera limitar las facultades de las instituciones electorales para castigar los actos anticipados de campaña, de tal forma que los funcionarios podrán difundir sus programas, obras y servicios públicos aun en época electoral; la segunda es que los funcionarios públicos podrán expresarse sin que sea considerado propaganda, esto en aras de garantizar su “libertad de expresión”.

Para ello el régimen ha hecho uso de todos los recursos a su favor para aprobar en el menor tiempo posible los cambios legislativos, la voluntad de cientos de legisladores y legisladoras que no tienen criterio ni voluntad propia, que al grito de “Es un honor estar con Obrador” aprueban lo que sea con tal de quedar bien con el gran líder, legislan en lo “obscurito”, de espaldas a la sociedad, esto con tal de no dar explicaciones de cómo están construyendo un régimen de excepciones, que al único o única que beneficia es a aquel que disfruta de la cercanía con las más altas esferas del poder político.

Por su parte el dirigente de Morena, Mario Delgado, cuando ha sido cuestionado sobre el tema de la equidad en la contienda ha respondido “La clave de la unidad es que los participantes tengan reglas claras, tengan piso parejo, tengan un juego limpio, porque todos son hombres y mujeres de principios; no los mueve la ambición o aspirar a un cargo, sino el principio, la convicción”.

Sin duda Mario Delgado ha sido rebasado por la situación, responde con lugares comunes, con anhelos y deseos porque sabe que la única voluntad que prevalecerá es la del gran elector, la única palabra que pesará es la del presidente de la República que es el que pone las reglas y al final decidirá quién será su sucesor(a).

Quizás quien más ha presionado a la jefa de Gobierno han sido los otros contrincantes demandando piso parejo en la contienda, el canciller Marcelo Ebrard, propuso a su compañera de partido, dejar el cargo mucho antes de los seis meses que marca la Constitución y debatir sobre los proyectos que proponen. Evidentemente la intención de Ebrard con esta propuesta era retar a la jefa de Gobierno a probar que no necesita los reflectores del cargo para hacer campaña.

Sheimbaum respondió que a diferencia de sus compañeros ella fue electa para el cargo “y tengo una responsabilidad que cumplir”, sobre el tema de debatir, Sheinbaum también se negó señalando que lo importante son las elecciones en el Estado de México y el Coahuila.

Como ejemplo de que no es necesario renunciar a un cargo para seguir haciendo campaña Sheinbaum expuso el caso de Delfina Gómez de la cual dijo “Digo, acaba de ser la encuesta del Estado de México, nuestra compañera Delfina fue secretaria de Educación hasta después, inclusive de la encuesta, y así ha sido siempre. Igual en las elecciones del 21 y del 22, tampoco tuvieron que separarse del cargo”.

Por lo tanto, para la jefa de gobierno se puede normalizar que una persona quiera aspirar a un cargo público utilizando la plataforma del cargo para hacer campaña, utilizando las plataformas de ese gobierno o de ese puesto para hacer proselitismo, utilizando los recursos del puesto para hacer promoción de su imagen y obtener una ventaja indebida.

Por su parte al presidente López Obrador le molestó la demanda de mayor piso parejo en la contienda. «Cuando se habla de que no hay piso parejo, eso es un menosprecio a la gente, porque ya nadie se deja manipular. Que no se use eso como excusa». El presidente fiel a su costumbre prefiere evadir la realidad, para él la manipulación no existe y todo el tema se ha manejado con normalidad, es claro con quien están las simpatías del presidente.

La lucha que la izquierda inició hace varias décadas terminará con un rotundo fiasco, una simulación, con una serie de cambios legislativos y de prácticas políticas que no buscan hacer ni una sociedad más justa, ni más equitativa, con una actitud cínica de sus representantes en la que se puede obtener ventaja de todo sin recibir ningún tipo de sanción, todo se trata de una vulgar apropiación y concentración de poder para seguir disfrutado de la impunidad y de los privilegios, algo que la 4T criticaba de sus adversarios y que ahora fomentan y celebran al por mayor.

Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor