Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en ContraRéplica.
En los últimos días, la política internacional ha sido testigo de cambios trascendentales. En el Reino Unido, los laboristas han regresado al poder después de catorce años, poniendo fin a una era de gobiernos conservadores que, pese a modificar las relaciones internacionales, no lograron mejorar significativamente el bienestar de la ciudadanía. Simultáneamente, en Francia, se avecina un cambio político con la victoria de la izquierda en el Congreso, lo que obligará al macronismo a formar coaliciones, todo esto se da en un contexto de alta incertidumbre política y descontento ciudadano.
Ya luce lejano el año 2010 cuando Gordón Brown, último primer ministro laborista, dimitía al cargo para dar paso a catorce años de gobiernos conservadores que concluyen en 2024. En estos años se dieron importantes cambios, el principal, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, a partir de ese momento las cosas no funcionaron como esperaban.
El Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea porque muchas personas se sintieron abandonadas por los cambios económicos pensaban que Europa no beneficiaba a la economía de las distintas localidades y había descontrol sobre la inmigración y el empleo. La campaña de «Leave» prometió recuperar el control sobre las leyes y las fronteras del Reino Unido, utilizó mensajes populistas y anti-inmigración que tuvieron impacto en un electorado preocupado por la pérdida de identidad y la percepción de que los recursos nacionales eran insuficientes porque se utilizaban para la inmigración.
Catorce años después parece que las cosas para los habitantes del Reino Unido no mejoraron, la percepción generalizada de mala gestión de los servicios públicos, especialmente el Sistema Nacional de Salud y la educación, ha sido un factor crucial. Muchos votantes sienten que estos servicios se han reducido a su mínima expresión, lo que ha incrementado el descontento y el deseo de cambio de los británicos. La crisis del costo de vida ha sido un problema central, aumentos en los precios de los alimentos, energía y vivienda han afectado negativamente a las familias, y muchos culpan al gobierno conservador por no manejar adecuadamente la economía para aliviar estos problemas.
Pero quizás el problema más grave ha sido la incompetencia política de los dirigentes conservadores, El escándalo del «Partygate» bajo el liderazgo de Boris Johnson, donde se reveló que miembros del gobierno participaron en fiestas durante el confinamiento por COVID-19, dañó significativamente la reputación del partido. La breve y desastrosa administración de Liz Truss, con sus políticas económicas fallidas, también contribuyó a la percepción de incompetencia y caos dentro del partido. Ante ese escenario solo era cuestión de tiempo para que la oposición regresará al poder, por eso no sorprende el resultado que es un voto de castigo a la gestión de los Tories.
El otro proceso electoral que se llevó a cabo en días recientes es el de las elecciones legislativas en Francia, donde el presidente Emanuel Macron convocó a elecciones anticipadas después del contundente triunfo de la derecha en las elecciones al Parlamento Europeo. En la primera vuelta la ultraderecha de Marie Le Pen ganó con un 33 por ciento de los votos y los sondeos indican que en segunda vuelta la izquierda ganará las elecciones con poco más de 200 asientos,lo que obligará al gobierno de Macron a hacer alianza en el Congreso con la izquierda.
En Francia el malestar con el gobierno es notable, la administración de Emmanuel Macron ha sido impopular ya que hay una percepción de desconexión y elitismopor parte del presidente francés, a Macron se le percibe como un mandatario desconectado de la ciudadanía, un político de extracción empresarial, que entre otras medidas impopulares retrasó la edad de jubilación. La ultraderecha ha capitalizado este descontento, presentándose como una alternativa anti-establishment que promete cambios radicales y una mayor representación de los intereses nacionales.
La inmigración sigue siendo un tema central en la agenda de la ultraderecha, han explotado el temor y la inseguridad relacionados con la inmigración, vinculándola a problemas económicos y criminalidad. Esto ha sido especialmente efectivo entre los jóvenes, que ven la inmigración como una competencia directa por empleos y servicio.
Todo esto se da en medio de un contexto de alta inestabilidad en Europa, las elecciones al Parlamento Europeo dejaron en claro que la extrema izquierda y la derecha cada vez ganan más espacios en Europa, en países como Italia, Alemania y Francia que se consideran el corazón de Europa la ultraderecha ha venido ganando espacios.
A eso se le suma la incertidumbre en el proceso electoral de Estados Unidos, la posible victoria de Donald Trump, amenaza con agravar la crisis en Ucrania, una victoria de Trump sería decisiva para que la invasión rusa en Ucrania sea exitosa y con ello Europa se quede sola ante un enemigo que saldrá fortalecido y con capacidad para poder controlar Europa del este.
Estos acontecimientos reflejan un cambio significativo en el equilibrio político de Europa, impulsado por un electorado insatisfecho y en busca de alternativas que prometan un cambio real y tangible. Pero al mismo tiempo representan un riesgo, de mayor exclusión y debilitamiento del sistema democrático. Lo que dejan claro estos cambios es que las instituciones políticas han sido incapaces de dar respuesta a las necesidades de las personas y lo único que han hecho es exacerbar la polarización y la crispación social, pero poco han hecho para mejorar la vida de las personas.
Iván Arrazola es analista político e integrante de Integridad Ciudadana A. C @ivarrcor @integridad_AC