Por Alaska J. Zamora. Publicado en ContraRéplica.
Para Scooby, Huellitas, Puppy, “Spazzatura” y todos aquellos de los que no sabemos.
El pasado 25 de junio, un torrente humano se desbordó por las calles, inundando el asfalto con consignas de esperanza y exigencias de justicia. La marcha ciudadana por los derechos de los animales en la Ciudad de México fue el eco de una sociedad harta de la violencia animal y comprometida con la protección de los más vulnerables. La convocatoria fue una respuesta valiente y decidida ante el creciente y desolador panorama de violencia que asola nuestra sociedad. Miles de ciudadanos, acompañados de organizaciones, activistas y personas sensibles a la causa, se congregaron para alzar la voz y decir «¡basta!». Las calles se llenaron de esperanza, pero también de dolor y rabia contenida, ante la necesidad urgente de enfrentar y transformar una realidad marcada por la violencia en todas sus formas.
Ya lo había hablado antes, el creer que la violencia hacia los animales es menos grave que la violencia ejercida hacia los seres humanos es un enfoque equivocado. La verdad es que no hay violencias más relevantes que otras, ya que todas las formas de violencia tienen un impacto perjudicial en la sociedad. La violencia, sea dirigida hacia seres humanos o animales, se reproduce y cobra fuerza ante la impunidad, la corrupción o la inacción de la sociedad. No importa la especie de la víctima, cada acto de violencia alimenta un ciclo que puede perpetuarse y extenderse a otros ámbitos. Cuando se tolera o se normaliza la violencia hacia los animales, se debilitan los fundamentos éticos y morales de nuestra sociedad. Se fomenta la insensibilidad y se pierde la capacidad de empatizar y valorar la vida en todas sus manifestaciones.
Las organizaciones que convocaron la manifestación, como Protección del Perro Callejero A.C, el Movimiento Consciencia, Fundación Toby y Mundo Patitas AC, solicitaron la aprobación de una Ley General de Protección Animal, que brinde una mayor protección y bienestar a los animales en todo el territorio nacional. En México, se estima que 7 de cada 10 animales domésticos sufren algún tipo de maltrato, y más del 70% de los perros y el 60% de los gatos se encuentran en situación de calle. Además, se han presentado miles de denuncias de maltrato animal en todo el país. Estas cifras reflejan la urgente necesidad de tomar medidas concretas para proteger a los animales y promover una cultura de respeto y cuidado hacia ellos. Por lo que establecer leyes y regulaciones que los amparen es un paso fundamental para garantizar su bienestar y prevenir actos de crueldad.
En este entramado de lucha, no podemos olvidar el trabajo incansable de las fundaciones y rescatistas. Su labor es una prueba irrefutable de que es posible generar cambios desde la empatía y la acción concreta. Apoyar a estas organizaciones ayuda a dar un paso adelante en la construcción de un mundo más justo y consciente.
La marcha del 25 de junio fue un punto de inflexión en nuestra sociedad. Fue el grito de una comunidad que exige el fin de la violencia y la protección de los animales. No podemos permitirnos ser indiferentes ante el sufrimiento ajeno, ni tampoco ignorar la importancia de proteger a los animales ante la ley. Es momento de actuar con seriedad, de asumir la responsabilidad de construir un mundo donde el respeto y la justicia sean los cimientos de nuestra convivencia.
Hay que decirlo fuerte y claro: “La vida es un regalo maravilloso” donde “recibes lo que das. Acepta esta responsabilidad” (Pinocho, Guillermo del Toro)
Alaska J. Zamora, colaboradora de Integridad Ciudadana A.C. Egresada de Comunicación de la Universidad Iberoamericana. Sus temas son género, violencia, política y problemáticas sociales. Twitter: @AlaskaJuarez