Por Javier Agustín Contreras. Publicado en ContraRéplica.

Los desafíos que enfrenta la democracia mexicana hoy en día son trascendentales y van más allá de las elecciones inminentes del próximo 2 de junio. Durante los últimos años, una guerra de desacreditación dirigida hacia diversas autoridades e instituciones, así como entre los diversos actores políticos, ha generado una peligrosa polarización en la opinión pública. Esta situación se ha visto agravada por la difusión de nuevas verdades y desinformación, especialmente entre los jóvenes, quienes se encuentran entre la espada y la pared, con su percepción de la realidad nublada por estas campañas que van en contra de todo, desde el pasado hasta el presente, dejando un futuro incierto.

Es esencial reconocer que el México actual es el resultado de acciones pasadas y políticas públicas implementadas a lo largo del tiempo y que no todo lo que se ha hecho en la actualidad es un fracaso. Sin embargo, los últimos cuatro años han sido particularmente disruptivos, generando efectos inesperados en la sociedad. Mientras algunos sectores han logrado sacar provecho de estas circunstancias aumentando sus ingresos, para otros ha significado incertidumbre y empobrecimiento, dando lugar a una creciente inconformidad y dependencia de los programas sociales, cuya proliferación no ha incidido en un verdadero desarrollo humano de los beneficiados, sino que ha creado una dependencia económica importante en muchos casos.

Las próximas administraciones, tanto a nivel municipal, estatal como federal, se enfrentarán a una realidad desafiante: una sociedad dividida y desconfiada de las instituciones y los políticos. Por lo tanto, para legitimar sus mandatos y reconstruir la confianza, será fundamental que las nuevas administraciones implementen acciones de alto impacto que realmente mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. Esto incluye un enfoque prioritario en la reconstrucción del tejido social, que promueva la gobernabilidad y el desarrollo nacional.

Para lograr este objetivo fundamental, los gobiernos entrantes deben comenzar con acciones que incidan en la disminución de la percepción de inseguridad que existe actualmente a nivel nacional, así como atacar los problemas y diferencias que han socavado la confianza en las instituciones y obstaculizado el progreso económico y social del país. Además, es necesario contar con un proyecto de nación que tenga un enfoque de desarrollo integral a largo plazo y que defina claramente la visión de la nación que se desea construir. Esto implica no solo resolver los problemas inmediatos, sino también establecer políticas y programas que fomenten un desarrollo sostenible y equitativo en el tiempo.

Lo cual solo se podrá hacer si se inicia un proceso de nuevos acuerdos que impulse la reconstrucción del tejido social, dando paso a lo fundamental para enfrentar y superar los desafíos actuales, construyendo un futuro próspero y justo para México. Solo mediante la restauración de la confianza en las instituciones y la promoción de la participación ciudadana activa se podrá lograr una verdadera transformación que beneficie a todos los mexicanos y consolide nuestra democracia, que aunque incipiente, ha mostrado una gran resiliencia.

Javier Agustín Contreras Rosales. Colaborador de Integridad Ciudadana AC, Contador Público, Maestro en Administración Pública @JavierAgustinCo @Integridad_AC