Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en Etcétera.

La próxima visita de López Obrador a Estados Unidos estará marcada por la polémica y la incertidumbre y una pregunta que debe plantearse es si se puede esperar algún acuerdo importante entre los dos mandatarios dado el ambiente antes descrito.

Indudablemente el tema migratorio será el principal protagonista de la agenda y es también el tema en el que los dos países más han quedado a deber. Por una parte, Biden hizo varias promesas de campaña: 1) eliminar el programa Quédate en México, 2) la reforma migratoria para legalizar a 11 millones de indocumentados y 3) la revisión de asilo para personas que lo soliciten en Estados Unidos. A juzgar por los hechos ninguna de estas propuestas ha sido cumplida a cabalidad, en parte, por el poder judicial y legislativo en los Estados Unidos, el judicial que frenó la desaparición del programa Quédate en México y en el caso del legislativo por la incapacidad política de los demócratas.

El asunto más dramático explotó en semanas pasadas cuando en un tráiler fueron encontrados cadáveres de decenas de personas que perdieron la vida intentando cruzar hacia Estados Unidos, cuando fueron abandonados por los polleros que los trasladaban, en su mayoría las personas que abordaron el tráiler eran mexicanas., según la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos del millón de migrantes detenidos en la frontera en los primeros cinco meses del 2022, 37 por ciento son mexicanos.

Este caso muestra el fracaso de los dos gobiernos, por parte de México, muestra que las políticas sociales impulsadas por el presidente López Obrador han sido insuficientes para frenar el éxodo de mexicanos hacia el norte. Lo que refleja otro hecho, como solución al problema migratorio la principal apuesta de México es que los programas sociales de López Obrador lleguen a todos los países expulsores de migrantes, este hecho y que ahora son buena parte de los mexicanos los que quieren ingresar a Estados Unidos de forma ilegal pone en duda la eficacia de sus políticas.

Además, con su discurso López Obrador se ha mostrado como un político volátil, poco cooperativo, que está dispuesto a sabotear al presidente demócrata en un evento tan importante como la Cumbre de las Américas en el que el tema migratorio sería uno de los ejes centrales del encuentro, por otro lado, cuando el presidente mexicano decide dar su apoyo a dictadores de la región, también pone en contra a la plana mayor del partido Republicano en el Congreso.

Por parte de Estados Unidos, Joe Biden ha mostrado incapacidad para impulsar el tema de la reforma migratoria, el partido Republicano se ha cansado de señalar que los demócratas apoyan la migración ilegal, lo que ha puesto en una situación complicada al partido Demócrata en el Congreso, y que el apoyo a cualquier reforma migratoria sea limitado ya que en su estrategia electoral sería el acabose para cualquier intento de tratar de retener la mayoría en el Congreso.  

El segundo tema es el económico, que ha impactado seriamente a los dos países, pero las consecuencias para México han sido mucho más fuertes, por el gran número de personas pobres que viven en el país. Con un ambiente cada vez más tenso por las reformas en materia energética propuestas por el gobierno mexicano y que han provocado la inconformidad del empresariado estadounidense ante el cambio de reglas, lo que llevaría al país a más litigios y desincentivar la inversión. Por su parte López Obrador pondrá sobre la mesa un plan para combatir la inflación de manera conjunta, dicha propuesta parece complicada por las diferencias en los tamaños de las economías y las diferencias en el manejo de estas.

Para México es claro que no hay mucho que esperar de Estados Unidos y fundamentalmente de la administración de Biden, por eso López Obrador aprovecha cualquier oportunidad para criticar y meter presión a su homologo, lo hizo cuando propuso quitar la estatua de la libertad por el tema de la extradición de Julian Assange o cuando tardó en reconocer el triunfo en la elección presidencial de Biden.

Las condiciones de la reunión parecen dadas para que los acuerdos que se establezcan sean menores y que por lo tanto los dos países sigan su rumbo. Con un presidente en México interesado en concentrar poder, sin que su prioridad sea detener el flujo migratorio, ni cuidar de la integridad mexicanos y centroamericanos que deciden partir hacia Estados Unidos. Por su parte la administración Biden, naufraga en el mar de dudas de un presidente cada vez menos popular y atrapado en una extrema polarización que le impedirá tomar decisiones y que hará de él un pato cojo hasta el final de su mandato en el 2024.

Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana @Integridad_AC @ivarrcor