Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en Etcétera.

El mes de octubre puede ser catalogado como uno de los más complicados que han vivido las fuerzas armadas en México. Desde que el presidente presentó la iniciativa de ley para que la Guardia Nacional pasará a manos de la SEDENA hasta el hackeo que sufrió la institución en semanas recientes se abrió un debate que puso en el centro de la polémica a las fuerzas armadas.

Para agudizar la crisis, las fuerzas armadas han decidido guardar silencio frente a una serie de acontecimientos que cuestionan la eficacia, la transparencia y las responsabilidades con las que deben de cumplir las fuerzas castrenses. Las personas que encabezan las fuerzas armadas no parecen entender que lo que está en juego es la reputación de la institución, que tiene un alto nivel de confianza entre la ciudadanía y que con su silencio lo único que hacen es dilapidar todo el capital social que han construido desde la época de la posrevolución.

El primero de esos acontecimientos fue el nuevo informe sobre lo ocurrido en Ayotzinapa, en el que se señaló que las fuerzas armadas participaron en la desaparición de los jóvenes de la normal Isidro Burgos, además se les acusó de ser cómplices de los grupos del crimen organizado que asesinaron a los jóvenes, todos esto fue revelado por el gobierno de López Obrador.

Ante estas acusaciones el Ejercito guardó silencio, quien respondió por ellos fue la FGR solicitando que de las veinte órdenes de aprehensión que originalmente se habían girado, se redujeran a cinco, todo ante el silencio de las fuerzas armadas que decidieron no emitir un pronunciamiento público ante las graves acusaciones, pero lo que entendió la opinión pública es que desde el propio gobierno se protege al Ejército.

El segundo tema fue la sorpresiva presentación de la iniciativa para extender las funciones de la Guardia Nacional hasta el 2028, fue sorpresiva porque no la presentó el oficialismo, fue un partido de oposición, el PRI, además se supo que fue el propio secretario de la Defensa quien cabildeó la aprobación de la iniciativa con diputados de esta fracción legislativa.

La iniciativa generó una amplia polémica por la forma en la que fue presentada y por las condiciones en las que se aprobó, no se generaron los consensos necesarios, fue discutida con poco tiempo para ser analizada a profundidad, el debate careció de elementos técnicos y terminó dividiendo a las fuerzas políticas, todo esto nuevamente ante el silencio cómplice de las fuerzas armadas.

El tercer tema ante el que decidieron guardar silencio y el más delicado fue el hackeo de cientos de miles de correos en los que se revela la forma en la que opera el Ejercito, lo más desconcertante de la información que se revela es que la institución tiene informes de lugares en los que se presentarán actos de violencia, las relaciones de complicidad entre narcotraficantes y gobiernos locales, lugares en los que los grupos del crimen organizado compran armas y las fuerzas castrenses simplemente no actúan. Estas revelaciones generan severos cuestionamientos, ¿No actúan por que no tienen la capacidad para hacer frente a los grupos del crimen organizado o no lo hacen porque forma parte de la política de “abrazos no balazos” del presidente?

Durante mucho tiempo una de las reglas no escritas del sistema político mexicano que operó fue que a las fuerzas militares no se les cuestionaba ni llamaba a rendir cuentas, ya que era unos de los pilares que le daban estabilidad al país, sin embargo, los tiempos han cambiado, con el nivel de protagonismo que han alcanzado es imposible que mantengan el hermetismo que las ha caracterizado y que eviten rendir cuentas.

Los mandos militares tuvieron dos oportunidades de dar una explicación sobre lo que está ocurriendo, la primera cuando el secretario de la Defensa decidió cancelar la comparecencia que tendría con los diputados, primero aceptó atenderlos siempre y cuando los legisladores acudieran a las instalaciones de la SEDENA para darles una respuesta en privado, después canceló definitivamente la reunión alegando faltas de respeto por parte de los legisladores.

La segunda oportunidad se presentó durante la misma semana cuando los titulares de Defensa y Marina acompañaron a la secretaria de Seguridad a su comparecencia en el Senado en calidad de observadores, lo que fue considerado por la oposición como una provocación, que derivó en una sesión muy ríspida en la que los militares solo observaban los reclamos que hacían los legisladores de oposición a su trabajo.

El Ejercito se equivoca en la estrategia de comunicación que ha emprendido, con su silencio se ha ceñido a la estrategia de la 4T que cualquier revelación es un ataque al gobierno de López Obrador y que por lo tanto no tienen la obligación de responder. Este debería de ser el momento de las fuerzas armadas para salir a explicar, fijar su posición y hacer una defensa del trabajo que han realizado, pero prefieren callar y con ello aceptar que su trabajo es deficiente y opaco y que se han alineado al gobierno en turno.

Con el encontronazo en el Senado se han colocado en abierta confrontación con las fuerzas de oposición y han roto con el principio de institucionalidad de ser neutrales ante las disputas entre las fuerzas partidistas, esto tendrá consecuencias y más valdría que los secretarios de Defensa y Marina tiendan puentes con la oposición antes de que la situación se vuelva más conflictiva y que la Guacamaya siga parlando y con ello hundiendo a las fuerzas armadas en una crisis de credibilidad nunca antes vista.

Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor