Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en Etcétera.

Dice Max Webber que quien hace política aspira al poder, el poder como medio para la consecución de otros fines, esos fines pueden ser egoístas o idealistas, si se trata de los primeros es el poder por el poder mismo, si son fines idealistas lo que se busca es la justicia, la equidad. Lo que busca el régimen de la 4T es hacer pasar fines egoístas como si se tratara de fines idealistas, no se busca construir una sociedad mejor, lo que se busca en realidad es concentrar poder.

Esa lucha es la que ha generado un debate estéril sobre el tema electoral, porque no ha llevado ni a fortalecer las instituciones ni a generar un dialogo constructivo que verdaderamente busque construir un mejor sistema electoral. El discurso presidencial ha generado un falso debate entre tener un sistema electoral más austero y los que buscan mantener los privilegios y con ello un sistema oneroso.

Construir un sistema más austero no es el objetivo principal del Plan B, lo que en realidad busca es construir un sistema electoral a modo, que mantenga a los funcionarios públicos en campaña electoral permanente sin que sufran ningún tipo de sanción por parte de la autoridad electoral. Durante mucho tiempo el oficialismo señaló que el sistema era injusto y pugnó por un sistema electoral más restrictivo, ahora que están en el poder señalan que se tiene un sistema electoral demasiado rígido. 

Habrá que recordar como la alianza Juntos haremos historia que apoyó a López Obrador en las elecciones de 2006, acusó al presidente Vicente Fox de intervenir en la elección presidencial con sus declaraciones, y que por lo tanto se debía anular la elección. El presidente López Obrador continuamente menciona en sus conferencias mañaneras que no se le debe dar ni un voto al conservadurismo sin que hasta el momento lo hayan sancionado, por eso en el Plan B una de las principales propuestas es que a los funcionarios públicos no se les pueda sancionar por este tipo de expresiones en aras de preservar su “libertad de expresión”.

Pero no solo se trata de cambiar las reglas del juego, también se trata de cubrir los distintos espacios de poder no con la gente más capacitada sino con los aliados, con las personas más leales a la transformación, al final todo se reduce a si se está con el líder o no, no se trata de escoger a los mejores perfiles sino a los cercanos, a los que estén dispuestos a obedecer al régimen ciegamente. 

Una imagen que recorre el imaginario en los tiempos de la 4T es que aquellos llamados a participar en un cargo de elección popular o aquellos elegidos para integrar un órgano autónomo deben estar comprometidos con la causa y la causa no es otra que la transformación del país.

La narrativa presidencial ha impregnado la narrativa pública, lo importante es la causa, la cercanía con el proyecto, que ante los ojos del presidente la persona sea honesta, no importa que en los hechos no lo sea, mientras que lo afirme el presidente no hay más que discutir.

Ese es el parámetro que se utilizó para la selección de los consejeros electorales en el más reciente proceso, fue la cercanía al partido en el poder. Lo que en otros procesos criticó e inclusive vetó el presidente, como ocurrió en el caso del INAI en el que vetó uno de los nombramientos señalando que tenía vínculos con el PAN, en el caso del INE no ocurrió lo mismo, ahí no hubo críticas, cuando se trata de los suyos, el oficialismo juzga diferente, ahí no hay problema en que haya cercanía entre los candidatos y los funcionarios, ahí todo es legal, ahí la cercanía no es obstáculo, en esos casos es requisito. 

La discusión sobre los mejores perfiles es hecha a un lado, lo importante es la cercanía, es la lealtad. El régimen se aseguró desde la integración del Comité de Técnico de Selección de tener la mayoría necesaria para seleccionar a perfiles afines al régimen, al final a eso se reduce todo, no a mejorar sino a controlar los espacios de poder. 

En ese sentido uno de los principales riesgos a los que se enfrenta la aún joven democracia mexicana es el llenarse de cuadros que lejos de cumplir su papel con profesionalismo y con objetividad en la organización de las elecciones, se vuelvan parte de una causa y tomen partido por la fuerza gobernante.

Los análisis simplistas de los defensores del oficialismo señalan que las instituciones creadas en el régimen neoliberal deben ser destruidas para dar lugar a las que propone el presidente, crean en realidad un falso debate, las instituciones que pretenden destruir, deben desaparecer o debilitarse porque son un obstáculo para mantener el poder según la 4T, porque promueven la competencia y eso es algo que al régimen no le gusta, por eso buscan desacreditarlas con el tema de los altos sueldos, o que no sirven para los objetivos para los que fueron creadas, lo que en realidad es falso, las ven como un peligro porque constituyen contrapesos, porque les restan poder.

La posibilidad de tener a personas capacitadas para desempeñar su trabajo al frente de las instituciones electorales, con profesionalismo e independencia es fundamental, lejos de cualquier compromiso con alguna de las fuerzas políticas en contienda, es una condición fundamental para asegurar un régimen democrático. 

Lo que pretende el gobierno de la 4T es tener autoridades electorales débiles, maniatadas, que en caso de que detecten irregularidades sean incapaces de sancionar, de ahí que se debe linchar a todo el que declare un pensamiento independiente, libre de compromisos, el sometimiento de las instituciones es condición necesaria para mantener el poder, eso debe de quedar en la memoria del país, los que supuestamente juran amor al pueblo, en realidad juran amor al poder y están dispuestos a hacer lo que sea con tal de saciar su hambre de poder, eso constituye la política de la destrucción, la política por vocación, la de los ideales, está ausente en este gobierno. 


Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor