Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en ContraRéplica.

Los resultados de la prueba PISA dados a conocer en días recientes deberían de generar un debate amplio en el país, finalmente es un tema que le compete a los diversos actores que componen el sistema educativo, pero también a la población en general, sobre cómo se eduque a las niñas y niños en México dependerá el futuro del país.

Pues bien, lo que los datos reflejan es que México ha retrocedido en diferentes campos, lo que más llama la atención es que México ocupa el lugar 51 de 81 países que participaron en la prueba. Los resultados son preocupantes, en matemáticas, México logró 395 puntos, disminuyó 14, ya que en 2018 en esta asignatura obtuvo 409 puntos. En lectura alcanzó 415 puntos y en Ciencias 410, es decir, un retroceso de cinco y nueve puntos, respectivamente, pues en 2018 logró 420 y 419 puntos.

Estos datos son consecuencia de la pandemia, en México aproximadamente 5 millones de estudiantes dejaron de asistir a la escuela por razones relacionadas con el covid de acuerdo con datos del INEGI. El sistema educativo colapsó, se buscó continuar con las clases a distancia, utilizando medios convencionales como la televisión, pero fue insuficiente. La crisis del covid mostró la vulnerabilidad de un sistema educativo que no se ha adaptado a los avances tecnológicos, ni a las alternativas para seguir con la educación a distancia.

Ante el anuncio el presidente López Obrador recurrió al discurso de siempre, desestimó los datos de la prueba PISA, alegando que corresponden al periodo neoliberal. Con esta respuesta es claro que al presidente como en otros tantos temas, no le interesa llegar al fondo, o por lo menos intentar encontrar soluciones conjuntas, como en el caso de los libros de textos gratuitos prefiere la polarización en lugar de generar una discusión nacional y tratar de buscar grandes acuerdos nacionales que permitan mejorar el sistema educativo.

Es necesario señalar que los problemas del sistema educativo no se le pueden achacar únicamente a la administración de López Obrador, prácticamente todas las administraciones durante los últimos 20 años han hecho cambios al sistema educativo, por lo menos ocho veces se han modificado los libros de texto gratuitos y se han hecho cinco reformas educativas. Si bien es importante hacer cambios, más importante es darle continuidad y estabilidad al sistema educativo.

Una de las respuestas más inquietantes ante los resultados de la prueba es la que dieron las autoridades educativas, que señalaron que la prueba no considera las condiciones “reales” en las que se desarrolla el trabajo docente. Eso por lo menos obligaría a que los cambios que se han hecho en el sistema consideren que los maestros requieren más capacitación y mejores condiciones para hacer su trabajo.

A esto hay que agregar una serie de decisiones unilaterales que ha tomado la actual administración, como desaparecer las escuelas de tiempo completo o la promoción de apoyos directos, en específico becas,  apoyos  con los que se pretende paliar las deficiencias del sistema educativo, con ello, lejos de ayudar a tener mejores escuelas y un sistema más fuerte, se prefiere otorgar becas sin que los resultados impacten directamente a la mejora educativa, la medida tiene un carácter más político que académico.

Los últimos cambios realizados a partir de la implementación de la Nueva Escuela Mexicana, lejos de atender los problemas que revela la prueba PISA, parecen tener el sello ideológico que poco ayudará a atender las insuficiencias en matemáticas y ciencias que muestran los estudiantes en México.

Por la forma en que se diseñó e implementaron los cambios a los libros de texto y a los programas de estudio, a los maestros en México se les ha dejado a su suerte y deberán de trabajar con los recursos a su alcance y con la experiencia acumulada para cubrir las deficiencias de un proyecto que se generó de manera opaca, en la que no se convocó a los diferentes actores que integran el sistema educativo, y que obligará a que la próxima administración tenga que revisar y modificar lo que se hizo durante este sexenio.

Si bien los pobres resultados son responsabilidad de todos, tanto de las autoridades educativas como de los padres de familia, maestros y directivos, algo que debe de quedar claro es que la política ha fallado, la clase política en México ha sido incapaz de establecer una estrategia clara y consistente en materia educativa y ha preferido optar por la inmediatez, por imprimir su propio “sello” y no por ver la educación como un proyecto a largo plazo.

Al bajo desempeño educativo habrá que sumar el estado anímico de los estudiantes, los alumnos que se sienten excluidos pasaron de 21% a 26%, los que se sienten incómodos en la escuela subieron de 20% a 27%, y quienes se sienten solos pasaron de 17% a 25%. Ante estos resultados se tienen dos opciones, negar la realidad o insistir en que es necesario trabajar de manera conjunta para resolver un problema de la mayor importancia para México como lo es su educación.

Iván Arrazola es analista político e Integrante de Integridad Ciudadana A. C. @ivarrcor @integridad_AC