Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en Etcétera.

La victimización en política siempre es un arma rentable, sobre todo cuando se trata de ganar reflectores o bien hacer pasar a un populista como un auténtico demócrata. La semana pasada el mundo observó como un político que ha construido su carrera en base a mentiras y distorsiones pretende lanzar nuevamente su carrera hacia la presidencia de los Estados Unidos a partir del juicio de encausamiento al que se le ha sometido en Estados Unidos.

Las acusaciones de la fiscalía de Nueva York contra el expresidente Donal Trump son por fraude, Trump pidió a sus abogados que silenciaran historias negativas que pudieran frenar su carrera hacia la presidencia de los Estados Unidos en la campaña de 2016, uno de esos casos es el de la actriz de películas para adultos, Stormy Daniels, el abogado de Trump pagó 130 mil dólares a la actriz para que no revelara que fue amante del ex presidente cuando éste ya estaba casado.

Para realizar los pagos a la actriz y posteriormente a los abogados se crearon empresas fantasmas, se firmaron cheques por servicios legales, dinero que en realidad había servido para pagar sobornos, de ahí la acusación por fraude. Con este hecho se viola una ley de 1971 que regula el dinero en las campañas, según esta ley como máximo un partidario puede donar 2700 dólares a una campaña, el dinero que utilizaron los abogados de Trump para silenciar historias negativas rebasa por mucho ese tope.

Uno de los primeros mandatarios que salió en defensa de Donald Trump fue López Obrador, a los dos políticos les gusta exceder los límites legales y después quejarse que el sistema judicial los quiere perjudicar. López Obrador declaró que al expresidente lo quieren enjuiciar porque no lo quieren ver en la boleta electoral en las elecciones presidenciales de 2024.

López Obrador mencionó que a él le quisieron hacer lo mismo en el juicio de desafuero en el 2005, en aquel entonces todas las instancias actuaron de acuerdo a lo que marcaba la ley, el jefe de gobierno se negó a cumplir con la orden de un juez que ordenaba la indemnización por un predio expropiado a un particular.

La Cámara de Diputados inició el juicio de procedencia contra López Obrador por negarse a cumplir con la orden del juez. La presión política, pero sobre todo la social llevaron a que el presidente Vicente Fox cancelará el proceso en contra del jefe de gobierno por lo que pudo participar en la contienda presidencial de 2006.

Desde el episodio del desafuero López Obrador mostró su carácter autoritario al negarse a cumplir con la orden de un juez, pero aprovecho la debilidad de las instituciones políticas para victimizarse.  A partir de ese episodio creó el mito de que en todo momento las diferentes instituciones y las elites han frenado su acceso al poder, la teoría del fraude o de la conspiración han sido redituables en su discurso y en su carrera política.

Sin embargo, en el proceso contra Donald Trump, López Obrador muestra su desconocimiento sobre las leyes estadounidenses, en primer lugar, aunque Donald Trump sea encontrado culpable podrá participar en las elecciones presidenciales, en segundo lugar, se entromete en asuntos que solo competen a Estados Unidos, con ello viola el principio de que México no se entromete en los asuntos de otros países.

Pero el ascenso de líderes autoritarios no es nuevo en la región, el politólogo Larry Diamond ha denominado a este proceso “recesión democrática”. Este proceso se caracteriza por la erosión y retroceso democrático, las diferentes iniciativas del oficialismo en México en materia electoral reflejan esta tendencia; y el avance y profundización del autoritarismo, el asedio al poder judicial y a los organismos autónomos por parte del régimen confirman esta segunda tendencia.

El Informe de IDEA Internacional de 2022 revela en su estudio sobre 104 democracias, que al menos 45 experimentan algún tipo de desgaste o estancamiento, lo que provoca bajos niveles de confianza en las instituciones y perdida de legitimidad del contrato social, las consecuencias son la insatisfacción ciudadana y el malestar social, este escenario de desgaste es aprovechado por políticos como Trump o López Obrador no para resolver los problemas púbicos sino para acumular poder.

Lo que comparten López Obrador y Trump es el profundo desprecio que sienten por las normas y las instituciones, el único poder que vale es el que ellos ejercen.  López Obrador pretende equipararse con los mejores presidentes de la historia de México pero su admiración y defensa por Donald Trump no dejan lugar a dudas que el único poder que realmente admira y acepta es el poder personal, el que no acepta críticas, el poder que está por encima de las instituciones, el poder donde un solo hombre es el que decide lo que es justo e injusto, por lo tanto, no puede haber disyuntiva, si se trata de elegir entre el poder de las leyes o el de los hombres, habrá que optar por el primero, el proyecto obradorista se asemeja más al poder autoritario que dice aborrecer pero todos los días lo práctica.

Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @ivarrcor @Integridad_AC