Por Iván Arrazola. Publicado en La Silla Rota.

Desde que estalló la crisis por el tema de la casa de Houston el presidente ha acusado intentos golpistas para desestabilizar a su gobierno que según él son producto del avance de su movimiento al que se oponen los conservadores considerados los principales opositores a su proyecto. Algunos de sus seguidores en la misma línea han señalado la idea de un golpe blando, por tal motivo es importante analizar si efectivamente en México están dadas las condiciones para que se pueda dar un golpe de Estado.

Tradicionalmente los golpes de Estado en América Latina han sido encabezados por las fuerzas militares, se recodarán casos emblemáticos como el de Pinochet que constantemente es citado por el presidente o el de Videla en Argentina. En México el último golpe de Estado encabezado por militares fue el perpetrado por Victoriano Huerta a inicios del siglo XX que culminó con la muerte del presidente Francisco I. Madero.

En la actualidad el rol de las fuerzas armadas ha sido sumamente activo en labores de seguridad interna, pero con López Obrador aumentaron sus tareas, al encargarse la construcción de las obras emblemáticas como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, la refinería de dos bocas, las sucursales del Banco del Bienestar, también se les ha encomendado la administración de las aduanas y la distribución de medicamentos, entre otras. Adicional a estas nuevas funciones el secretario de Defensa ha señalado que «Como mexicanos es necesario estar unidos en el proyecto de Nación que está en marcha”. Es posible afirmar que la idea de un golpe de Estado por parte de las fuerzas armadas es nula, con el nivel de integración de las funciones del Ejercito con la administración pública federal y el respaldo público del secretario, queda claro que el compromiso y el respaldo de las fuerzas armadas al presidente están garantizados.

Ahora hay que analizar la idea de un golpe blando, que también se ha discutido en los últimos días. Un golpe blando es una estrategia que se desarrolla por etapas, todo comienza por generar un clima de incertidumbre y de inestabilidad política, escándalos de corrupción, ingobernabilidad, estos temas llevan a revueltas callejeras que desembocan en la renuncia del presidente. Hasta este momento por el escándalo de la casa de Houston no se han realizado manifestaciones en las calles. En semanas recientes se organizó un foro virtual en apoyo al periodista Carlos Loret de Mola en Twitter en el que participaron más de 60 mil personas, la presidencia lo desestimó señalando que habían participado cuentas robotizadas y granjas de bots del extranjero. Si se habla de poder de movilización, quien verdaderamente tiene capacidad para realizar movilizaciones es el partido en el poder, para el último informe presidencial que se llevó a cabo en el Zócalo en 2021, distintos medios reportaban que el presidente logró congregar a 250 mil seguidores, lo que ningún otro político en el país logra hacer en estos tiempos o movimiento social.

Los tiempos han cambiado y con ello las formas en que los presidentes son destituidos, si anteriormente las fuerzas armadas eran el factor que generó los golpes de Estado en el continente ahora es el poder legislativo el encargado de encabezar las destituciones presidenciales, ya no por la vía de las armas, ahora lo hace por medio de instrumentos legales, vía juicio político o algún otro mecanismo establecido en la constitución como lo puede ser la revocación de mandato. El más reciente de esos casos se dio 2016 con la destitución de Dilma Rousseff en Brasil. En el caso mexicano la posibilidad de que el Congreso pudiera iniciar un proceso de juicio político en contra del presidente es nula, la bancada de Morena que es el grupo mayoritario dentro del Senado fijó su posición sobre el tema de la casa de Houston a través de un comunicado en el que expresó “El presidente Andrés Manuel López Obrador encarna a la nación, a la patria y al pueblo. Los opositores al presidente, por consiguiente, buscan detener los avances para darle al pueblo de México un futuro más digno”, con esta postura es claro que al grupo legislativo más grande en el Senado no le interesa ni investigar ni pedir al presidente que rinda cuentas, esto a pesar de ser un poder que tiene como función primordial ser un contrapeso del poder ejecutivo.

Como se puede observar las condiciones para que se dé un golpe de Estado en México son escasas, el discursó oficial y los simpatizantes del presidente han insistido en que son los grupos económicos que han perdido privilegios los que se han encargado de sembrar esta campaña de desprestigio en contra del presidente, que el presidente ha dado buenos resultados y que no permitirán que México regrese al viejo régimen. Lo que el oficialismo parece no entender es que lejos de pretender desestabilizar al régimen, lo que la sociedad exige es que se transparente la acción gubernamental. La idea de un golpe blando parece más una excusa para no rendir cuentas y creer que esto se trata de un ataque al presidente y no de una oportunidad para despejar cualquier tipo de dudas sobre los conflictos de intereses de la familia presidencial y demostrar verdaderamente que no son iguales como en reiteradas ocasiones lo ha dicho el presidente.

Iván Arrazola. Colaborador de Integridad Ciudadana, Doctor en estudios Científico-Sociales con mención en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO. México). Especialista en participación ciudadana, cultura de paz, democracia subnacional y gobierno abierto. @ivarrcor @Integridad_AC