Por Rigoberto Silva. Publicado en ContraRéplica.
No confundir con “Un tranvía llamado deseo”, película de 1951 protagonizada por Vivien Leigh y Marlon Brando. “La ilusión viaja en tranvía”, de 1953, dirigida por Luis Buñuel y protagonizada por Lilia Prado, Carlos Navarro y Fernando Soto “Mantequilla”, y en cuya adaptación participan José Revueltas, Luis Alcoriza y Juan de la Cabada. Recordemos los siguientes momentos clave de una película de hace 71 años, y note por favor la coincidencia o no de cualquier parecido con la realidad (esa de carácter subjetivo que usted observa).
Primero, el castigo a la eficiencia. El “Tarrajas” y “El Caireles”, dos trabajadores del tranvía de la Ciudad de México, reparan un tranvía una semana antes de lo programada. Esto, les merecerá con mucho el desprecio y la aprobación de los ejecutivos de la empresa que les anuncian, ni nada más ni nada menos, que no serán recontratados.
Segundo, la explicación que “El Profesor” ofrece al velador de la empresa de tranvía respecto a la inflación. El diálogo de solo 50 segundos es memorable:
– Velador: Decía usted que por la inflación circula más dinero de la cuenta. Y eso, ¿qué de malo tiene?
– Profesor: Yo lo que digo es que la inflación es causa y a la vez efecto de que la moneda que circula sea mayor que el de toda las mercancías en venta. De allí el aumento ininterrumpido de los precios.
– Velador: ¡Eso sí lo palpa uno!
– Profesor: Y como al trabajador le siguen pagando lo mismo mucho tiempo, resulta en una disminución efectiva en los salarios.
– Velador: ¡Eso sí!
– Profesor: Ahí tiene usted cómo la inflación motiva la miseria del pueblo frente al mayor enriquecimiento y lujo de industriales y comerciantes.
Tercero, el castigo al compromiso llevado por un jubilado, y es que “Papá Pepinillo”, al advertir el posible robo de un vagón, no cesa de intentar advertir a los dueños de la compañía del agravio, y en donde a pesar de sus intentos obstaculizados inclusive por un pequeño infarto, no cesa en su empeño por denunciar el robo.
Ejercitando la imaginación: ¿cómo sería una nueva versión de esta película de Buñuel en 2024? Quizá las conversaciones serían más escasas, en tanto que ahora muchas personas atienden sus dispositivos electrónicos; quizá la explicación que el profesor brinda sobre la inflación deba ser complementada por una explicación sobre el sistema político mexicano y el papel político de los intelectuales; quizá expresaría la volátil lealtad de algunos políticos para con sus partidos; quizá también resaltaría el parecido con la insatisfacción de un status quo que está imposibilitado para ofrecer las mismas oportunidades a todos y todas.
Con todo y eso, algunos opinarían que efectivamente estamos en una nueva época en la que la estructura política está cambiando tanto, en tantas formas, de manera tan profunda y con tanta rapidez que es difícil seguirle el paso. El nuevo sexenio, que anuncia al momento la creación de una nueva secretaría orientada a la ciencia y tecnología, y la discusión sobre la reforma al poder judicial: la elección de ministros, magistrados y magistradas, juezas y jueces, de elección popular; la creación de un órgano de administración; la creación del tribunal disciplinario; reingeniería del sistema de justicia; modelo de justicia alternativa.
En este contexto, en la otra dimensión, en el de la vida cotidiana y donde parece en ocasiones que la clase política no tiene conciencia de su existencia, cuantos “Caireles”, “Tarrajas”, “Profesores” y “Pepinillos” andamos por ahí lidiando con asuntos más importantes que una reforma judicial que es difícil de entender, y que por economía las abordamos a través de nuestras emociones para racionalizarlas después. Estemos pues atentos al nuevo seis.
Rigoberto Silva Robles es Colaborador de Integridad Ciudadana, A.C.(@Integridad_AC). Dr. en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara, miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Su cuenta de Twitter (@srrigoberto)