Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en ContraRéplica.

Una de las propuestas que ha impulsado la oposición a raíz de la irrupción y consolidación de Morena en el sistema electoral, es la de generar un gobierno de coalición, a través de dicha figura lo que se busca es que entre varias fuerzas políticas puedan gobernar el país, presentar una agenda de iniciativas, una plataforma de gobierno, y que tanto el gabinete como la bancada legislativa se integre por diversas fuerzas políticas.

Con ello se evitaría que una sola fuerza política tome las decisiones y aunque en la presidencia de la República siga recayendo la responsabilidad de dirigir al país, el Ejecutivo siempre deberá tomar en cuenta a la mayoría multipartidista en el Congreso y la opinión de un gabinete en el que estarán representadas las diversas fuerzas políticas que integren la coalición.

En muchos sistemas parlamentarios el gobierno de coalición es la norma para gobernar, existen poderosos incentivos para mantenerla unida, el principal es que, si la coalición se rompe, se debe de convocar a nuevas elecciones, de las cuales emergerá un nuevo gobierno y una nueva configuración en el Congreso.

Este diseño tan común en los sistemas parlamentarios ha demostrado que en los sistemas presidenciales no necesariamente funciona, generalmente en los sistemas presidenciales los acuerdos son electorales, pero no de gobierno, quizás con la excepción de Chile que durante algún tiempo funcionó, en la mayoría de los casos lo que se acuerda son las posiciones que le corresponde a cada partido de la alianza, pero no un proyecto de gobierno compartido.

El primer intento serio de gobierno de coalición que representa la coalición Fuerza y Corazón por México, parece que morirá antes que nazca. En días recientes se anunciaba que el PAN y el PRI rompían el acuerdo que tenían en Coahuila, en donde habían competido en alianza para ganar la gubernatura.

Así lo anunciaba Marko Cortés en sus redes sociales, en las que hacía público el acuerdo que el PRI y el PAN habían firmado en torno a la alianza que harían en Coahuila. Cortés señala que «Es una verdadera pena que el recién entrado gobernador Manolo Jiménez mienta con tal facilidad; quién miente e incumple en lo poco, miente e incumple en lo mucho».

La noticia llegaba en un momento en el que se detonaba otro escándalo, la ex directora de Notimex, Sanjuana Martínez, denunciaba que, a cambio de una cuantiosa liquidación, debía entregar 20% de los recursos a la campaña de Claudia Sheinbaum.

La oposición no pudo aprovechar este escándalo de presunta corrupción gubernamental, quien terminó aprovechándolo fue el presidente, que en su conferencia mañanera aprovechó para criticar el acuerdo hecho por el PAN y el PRI en Coahuila, señaló que era un acuerdo “mafioso” y que “cuando se reparten mal el botín hay motín”.

El acuerdo revela peticiones especificas por parte del PAN, entre los compromisos se encuentran que el gobernador Manolo Jiménez entregue las siguientes posiciones a Acción Nacional: 6 distritos, 2 secretarias de gobierno, 20 % de las subsecretarías, 20% de las oficinas del registro civil, el Instituto de transparencia y 6 notarias, entre otras peticiones.

El acuerdo es revelador en dos sentidos, llama la atención que el PAN pida el 20% en varios rubros, cuando únicamente aportó a la votación del candidato del PRI a la gubernatura el 6% de los votos, cuatro puntos más que el otro aliado, que fue el PRD, mientras que el PRI aportó el 46%, en ese sentido, el PAN pretende obtener más de lo que le corresponde, encareció la negociación después del proceso electoral, y el PRI y el gobernador no parecen estar dispuestos a pagar un precio tan alto.

Por otro lado, después de esta experiencia y por la manera en que Marko Cortés da a conocer el acuerdo, es claro que esto podría afectar el futuro de la alianza a nivel federal, porque no existe la confianza suficiente para establecer acuerdos y que estos se cumplan. En Coahuila el gobernador no está obligado a entregar nada de lo establecido en el acuerdo, ante la impotencia, Marko Cortés dio a conocer el acuerdo, pero eso no cambiará la situación, el PAN no recibirá nada en Coahuila y es posible que luche por tratar de conservar el registro en el estado después de que se rompió la alianza en el estado.

En el caso de la alianza a nivel federal podría tener otra afectación, ante la desconfianza que priva entre los actores que la conforman, es posible que, aunque eletoralmente vayan juntos, no logren concretar una alianza de gobierno en caso de ganar.

La revelación de Marko Cortés refleja entre otras cosas, que las alianzas en México continúan siendo fundamentalmente un reparto de espacios, cómo se distribuirán estos puestos dependerá de cómo las dirigencias de los partidos decidan premiar a los cercanos, antes que pensar en méritos, piensan en premiar lealtades, antes que pensar en un proyecto, hay que pensar en el cargo, aunque en teoría la idea de un gobierno de coalición parece una medida incluyente en medio de la polarización que vive el país, parece claro que en este momento que el gobierno de coalición en caso de que nazca, nacerá muerto.

Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @ivarcorr @integridad_AC