Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en El Novedades.

Uno de los principales problemas de los partidos políticos en México es la escasa institucionalización en muchos de sus procesos, de tal forma que el proceso para renovar a sus dirigencias o seleccionar a sus candidatos se vuelven conflictivos cuando no se cuenta con mecanismos claros y transparentes sobre cómo realizar dicho proceso, no se cuentan con padrones confiables o simplemente no se cuenta con la confianza suficiente por parte de la militancia en sus dirigentes para llevar los procesos adelante.

De alguna forma el partido Morena creyó haber encontrado la fórmula mágica para superar los conflictos, eligiendo a sus candidatos o renovando su dirigencia por medio de encuestas, el proceso es bastante simple, el más popular en las encuestas es el que gana.

Sin embargo, el método que tan efectivo resultó para el oficialismo a lo largo de cinco años de selección de sus candidatos parece entrar en crisis, el proceso de selección para elegir al candidato presidencial ha resultado complejo desde su formulación, un proceso que evita los debates, que evade la confrontación, que fija criterios de fiscalización laxos y que tiene, como única finalidad salir a exaltar las bondades del régimen, dichas reglas han tenido como consecuencia un proceso desangelado, que al final tiene como único objetivo el culto al líder.

Marcelo Ebrard ha destapado otro problema importante con el proceso, la cargada oficial, recursos públicos de la Secretaria de Bienestar se han utilizado para favorecer a una de las candidatas denunció en conferencia de prensa, personal de la propia dependencia  ha informado a los beneficiarios de programas sociales  que la favorita del presidente es Claudia Sheinbaum y como botón de muestra Ebrard mostró por medio de un video como un trabajador del gobierno de la CDMX trabaja en la pinta de bardas a favor de la ex jefa de gobierno.

El presidente ha salido a desmentir cualquier tipo de apoyo, ha culpado al conservadurismo por desear la ruptura del movimiento y ha señalado que en el movimiento no hay cabida para “ambiciosos vulgares”, señala López Obrador que hay “inquietudes dudas, nerviosismo” sobre una decisión que va a tomar la gente, no el presidente.

A pesar de las declaraciones del presidente es claro que el método es falible, si bien hay una insistencia en que la decisión es de la gente y no de una cúpula partidista o del propio presidente, la presencia de cargadas está presente, los apoyos, las filtraciones, los pronunciamientos, forman parte del proceso y eso también influye en que las personas no puedan emitir una opinión de manera libre.

Si a eso se agrega que los procesos intentos en Morena y en el Frente se han tratado de regular de manera tardía y poco ordenada por parte del árbitro electoral, al final el resultado será una serie de procesos seriamente cuestionados, que rayan en la ilegalidad y que generarán severos problemas de legitimidad de cara al 2024.

Al final estos procesos internos lejos de ayudar a mejorar la democracia interna de los partidos, únicamente contribuyen a deteriorar la ya de por sí mala imagen de los partidos políticos en México, exhiben lo distanciados que se encuentran de la ciudadanía, una ciudadanía que solo identifica rostros, nombres, pero no proyectos, ni programas, y que exhibe que ni la democracia ni el respeto a las reglas es el fuerte de nuestros partidos.

Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor