Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en ContraRéplica.

La presunta financiación de las campañas electorales de 2006 y 2018 del presidente López Obrador por parte del crimen organizado, se ha convertido en el gran tema previo al arranque de las campañas para la presidencia de la República, mucho se ha discutido en estos días y será un elemento que polarizará aún más el debate durante las elecciones, por lo que se puede establecer que hay dos visiones sobre este tema, lo que seguramente profundizará el conflicto político en el país.

El tema no es nuevo, en Colombia al hijo del presidente Petro se le encarceló por haber recibido dinero del narcotráfico durante el proceso electoral que llevó al triunfo a su padre, o el caso de Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras, quien está siendo enjuiciado en Estados Unidos por vincularse con el tráfico de drogas.

Mucho se puede decir sobre lo revelado en las últimas semanas, una visión, la de los defensores del presidente López Obrador, señala que los reportajes de ProPública y del New York Times, carecen de rigor periodístico, que son reportajes tendenciosos, que son refritos de investigaciones que no prosperaron y que se pretenden sacar nuevamente a la luz en el periodo de las campañas electorales para afectar al partido del presidente.

También, que se trata de una guerra sucia que ha ido ganando terreno en las redes sociales, tal como ocurrió en el 2006 con el eslogan “López Obrador es un peligro para México”, que se trata de un acto de intervencionismo político al viejo estilo del Tío Sam, que hay presión por parte de las agencias de seguridad estadounidenses que durante la administración lopezobradorista han visto limitada su actuación al interior del territorio mexicano.

Que se trata de un ataque de la derecha para recuperar el poder, por eso están dispuestos a recurrir a medios internacionales con tal de sembrar la duda sobre la integridad del presidente López Obrador, por lo que el presidente tiene el derecho a reclamar y defender su imagen ante acusaciones que no tienen fundamento.

Pero hay también otra visión, la de que aquellos que creen que el presidente por lo menos debería de dar explicaciones sobre ciertas decisiones. En primer lugar, se encuentra el tema de su lucha contra el crimen organizado, la política de abrazos no balazos, ha generado críticas, por no atacar de manera frontal a los grupos de crimen organizado.

Esto ha generado diferentes situaciones, la violencia que se extiende por todo el país, las extorsiones y territorios controlados por grupos del crimen organizado, o situaciones extremas como la ocurrida en Guerrero, donde crimen organizado y clero pactan una tregua en Chilpancingo, control del territorio y negocios por parte del crimen organizado a cambio de un poco de tranquilidad para la población de ese municipio. También se encuentra la intervención del crimen organizado en las elecciones de Michoacán y Sinaloa, y por último las críticas por haber saludado a la mamá de El Chapo, que retratan la forma en la que se ha expandido el poder del crimen organizado con la complacencia o la indolencia del gobierno.

En segundo lugar, el presidente ha sobreexplotado el tema de Genaro García Luna, al que ha exhibido como un ejemplo de corrupción y descomposición del régimen, García Luna fue encontrado culpable en base a testimonios de testigos del crimen organizado, las investigaciones que se han hecho contra el presidente y su grupo cercano presuntamente han partido de declaraciones de informantes del crimen organizado que han cooperado con las agencias de seguridad estadounidense como la DEA, el presidente parece tener problemas para explicar porque en un caso sí y en otro no es posible recurrir a testigos protegidos.

Para el presidente el tema parece salirse de control ya que no es capaz de identificar a un enemigo claro a partir de los reportajes publicados por los medios estadounidenses, habla sobre el gobierno de los Estados Unidos, de la DEA, de los medios internacionales, pero no es capaz de identificar un actor, en el que pueda enfocar sus baterías, como lo hace con la oposición, la derecha o los conservadores como le gusta llamar a sus adversarios. Las especulaciones seguirán siendo parte del debate cotidiano, el presidente ya no podrá alegar como cuando era candidato que le quieren ganar a la mala o lo quieren sacar de la boleta, ahora está expuesto al escrutinio público.

Pero el hecho que le generó más críticas fue el haber revelado el número telefónico de la periodista del New York Times, Natalie Kitroeff, en su conferencia mañanera, y el haber defendido esta acción señalando que por encima de la Ley de Transparencia está la autoridad moral del presidente, lo que se leyó no sólo como un acto de intimidación a la periodista, también como un acto de exceso de poder.

Es posible que el mensaje que está tratando de mandar Estados Unidos es que el gobierno mexicano deberá de modificar su estrategia de combate contra el crimen organizado y fortalecer la cooperación en materia de seguridad con su vecino, en los reportajes se ha especulado si las investigaciones se cerraron por falta de elementos o por conveniencia política para mantener la relación de cooperación, si se trata de lo segundo es posible que el asunto pueda reabrirse cuando el presidente entregue el poder en octubre de este año.

Un elemento que llama la atención entre los que defienden y atacan al presidente es que ningún grupo parece reconocer su realidad, ni el presidente ni su grupo parecen reconocer que su estrategia para combatir al crimen organizado ha fracasado, en el caso de los que atacan al presidente, tampoco parecen reconocer que no se ha formulado ni planteado alguna alternativa seria para hacer frente al problema del crimen organizado, en los próximos meses seguirán debatiendo con mucha ligereza el tema, mientras que la captura del Estado por parte del crimen organizado continua sin que nadie la pueda parar.

Iván Arrazola es analista político e integrante de Integridad Ciudadana A.C @ivarrcor @integridad_AC