Por Laura Enríquez. Publicado en La Silla Rota.

“Divide y vencerás”… gran frase de Napoleón Bonaparte con la que comienzo hoy a propósito del clima de polarización que hay en la sociedad mexicana.

Seguramente han notado que cada vez con mayor frecuencia se encuentran en medio de discusiones políticas intensas. No sólo en redes sociales, o con su grupo de colegas del trabajo, posiblemente ahora las discusiones también se han subido de tono entre su grupo de amigos e incluso en la familia. La división se hace cada vez más presente cuando se trata de posturas políticas o de evaluación de desempeño del actual gobierno.

A tan sólo 150 días de la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como Presidente, se han desatado una serie de desencuentros con diversidad de sectores en razón de las decisiones de política que ha tomado.

Lamentablemente la agenda política en México se ha definido desde trincheras, los unos contra los otros, tolerantes contra intolerantes, fifís contra chairos, los buenos contra los malos … una agenda de extremos que fue excelente estrategia para canalizar votos en 2018, pero que es y será altamente perjudicial para la interacción y convivencia social en nuestro país.

A continuación, les presento un breve recuento de desencuentros:

Una vez en el gobierno, probablemente los primeros con los que Andrés Manuel López Obrador entró en confrontación fue con la clase política y servidores públicos que le antecedían. Y es que anunció la eliminación de pensiones a los expresidentes, mientras que a los servidores públicos les retiró su seguro de gastos médicos y de separación individualizada. Más tarde comenzaron los despidos, entre ellos el personal de base en el SAT y de honorarios y confianza en múltiples dependencias.

El nuevo gobierno también ha tenido tensiones con diversos sectores de la sociedad civil. Así, con la reducción de presupuesto al sector cultura, a las universidades públicas y a las organizaciones de la sociedad civil, el gobierno entró en tensión con nuevos sectores. Fue el mismo caso con la eliminación de financiamiento y fondos para programas dirigidos a víctimas de la violencia doméstica y a las estancias infantiles, en los que activistas de derechos humanos y mujeres se opusieron rotundamente a la medida.

El sector ambientalista y comunidades locales potencialmente afectadas, han sido consistentes en manifestar su oposición a mega obras como el Tren Maya, el Corredor Transístimico y la refinería petrolera “Dos Bocas” en Tabasco. Mientras que la sociedad civil organizada y el círculo rojo del país se opusieron al esquema de Guardia Nacional impulsado por López Obrador y aprobado por el Congreso, en el que, de facto, hoy el mando es militar.

Pero probablemente el sector con el que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha tenido más tensiones, es con el sector privado en México. Es conocido que este antagonismo ha sido una bandera histórica desde que López Obrador era candidato a la presidencia, y a pesar de los pronunciamientos de ambas partes respecto a la disposición y necesidad de colaborar juntos, la realidad es que las decisiones de gobierno parecen apuntar a un gradual resquebrajamiento de la relación con el sector empresarial.

Entre las decisiones más polémicas se encuentra la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el freno a las licitaciones petroleras para empresas privadas, el “desabasto” por la estrategia de combate a huachicoleo, la recién aprobada reforma laboral, el aumento de salarios en la frontera norte, la desaparición de zonas económicas especiales y, por supuesto, las ya referidas mega obras de infraestructura.

Si sienten que faltaron más desencuentros en este recuento, están en lo correcto, sólo les he mencionado las decisiones de política pública más sonadas, y eso no incluye una serie de posturas de gobierno y declaraciones en prensa como la carta al Rey de España solicitándole disculpas por la invasión a México, las confrontaciones con miembros de órganos autónomos como el INAI y la CRE, el memorándum para dejar sin efecto la reforma educativa, las declaraciones en contra del Diario Reforma o aquellas en contra de la sociedad civil “fifi”.

Como en toda historia, en ésta también hay claros y oscuros, ganadores y perdedores, así que no pretendo señalar que la totalidad de estos sectores están a favor o en contra del gobierno actual. Lo que sí es claro, es que cada vez hay mayor polarización, y que esta ha trascendido la de posturas político-ideológicas.

En aras de obtener beneficios políticos, Gobierno y oposición, nos están enfrentando los unos a los otros como sociedad. Pero no olvidemos que los partidos políticos, los gobernantes y los sexenios, van y vienen.

Lo que permanece somos nosotros, es la comunidad, son nuestros núcleos sociales con los que no nos debemos permitir romper, porque como en toda verdadera democracia, cada trienio o sexenio es posible que los equilibrios políticos se modifiquen, y para que las transiciones de gobierno sean posibles es necesario que la sociedad reconcilie sus intereses y necesidades.

Es por ello que urge una reconciliación social anticipada. Sigamos alzando la voz ante lo que no nos parece, pero dejemos de atacarnos los unos a los otros

Como sociedad, hagamos lo que nos corresponde.

Acerca de Laura Enríquez

Colaboradora de Integridad Ciudadana AC. Doctoranda en Administración Pública y maestra en Gestión Pública. Especialista en relaciones gubernamentales, se ha desempeñado mayormente en el sector gubernamental local y federal, en los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Órganos Autónomos. Ha sido conferencista y autora de publicaciones editoriales en materia de transparencia, sistema electoral mexicano, partidos políticos y Poder Legislativo. Es colaboradora de Integridad Ciudadana A.C.

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