Anónimo
Durante mi relación creí que todo era “normal”, pero omití darme cuenta de algunos detalles que casi me llevan al borde de la locura y de la muerte.
Lo que yo pensaba que era la mejor novela de amor, terminó siendo mi peor historia de terror. Él, tenía el perfil del hombre más enamorado y yo embobada por el fulano.
Empezaré por contarles que él se encargó de que estuviéramos juntos todo el tiempo, vivíamos juntos, trabajábamos juntos, estudiábamos juntos, también íbamos juntos al gimnasio; todo lo hacíamos juntos, circunstancia que yo romantizaba; el problema se presentaba cuando yo quería salir con mis amigas ocon mi familia; en cuyo caso, él se encargaba de trasladarme a todos lados; y yo pensaba que era un acto de caballerosidad.
Al paso del tiempo, me di cuenta de que él tenía activado el GPS de mi celular y cuando le pregunté la razón, me dijo que la ciudad era muy peligrosa y así, sabría dónde buscarme por si algo me pasaba; pensé que se preocupaba por mí.
Un día la rutina cambió, a él lo despidieron y a mí me ofrecieron un nuevo y mejor trabajo; y los problemas realmente graves empezaron, ya que los reclamos no paraban, todo el tiempo me decía que: “¿por qué había aceptado ese trabajo?, que estaba muy lejos y además salía muy tarde”, evidentemente ello implicaba que ya no estuviéramos juntos todo el día.
No olvidemos que él tenía mi celular localizable, así que conocía todos mis pasos, y todo, absolutamente todo, era motivo de reclamo, incluso si yo salía a comer ya que él tenía que quedarse en la casa y hacerse de comer (recordemos que él no tenía trabajo y eso le daba tiempo perfecto para vigilarme).
Desgraciadamente, llegó la pandemia y ahí empezó otro capítulo de terror, ya que tuve que trabajar desde casa; esto le facilitó el instalar en mi celular y en mi computadora una aplicación por medio de la cual tenía acceso a mi correo, contactos, cámara, micrófono y ubicación, lo que quiere decir que él sabía con quien hablaba, que instrucciones me daban en el trabajo, tenía acceso a documentos confidenciales, llamadas y mensajes privados, además de tener acceso a mis tarjetas bancarias.
Y ¿qué creen?, que mi auto, también tenía un GPS y hasta micrófonos, y aunque parece difícil de creer, nunca me di cuenta, confiaba tanto en mi esposo que si me pedía el auto prestado, pues se lo daba.
Un dato importante es que él tiene 2 hijos de su anterior matrimonio y curiosamente su ex nunca dejaba que sus niños llevaran “cosas” a su casa; es decir, los niños no podían ingresar a la casa donde vivían con ningún artículo que les diera su papá, como por ejemplo juguetes, mucho menos un celular o una tablet; y a mí me parecía muy extraño, ¿por qué una mamá no permitiría que consintieran a sus hijos?, no cuestioné nada, pensé que era un tema que no me competía y era un acuerdo al que ellos habían llegado.
Además, como el hombre no trabajaba, “dejó de dar pensión”… ¿para qué trabajar? si por un lado la mamá de los niños mantenía a los hijos y por otro ladoyo lo mantenía a él, ¡y bueno! para que no lo publicaran como deudor alimenticio depositaba $200 pesos, ante tal barbaridad la mamá de los niños los mandó a vivir a mi casa, así que ahora me tenía que hacer cargo de problemas ajenos, ¡claro uno acepta estar en las buenas y en las malas!.
Pero las malas, eran muy malas porque él no quería trabajar, de hecho no quería hacer nada; estar en mi casa era insoportable, así que yo buscaba no llegar, me buscaba actividades extra en el trabajo, salir con mis amigos, etc.; pero obvio, él se dio cuenta debido a que tenía mi teléfono intervenido.
Los problemas crecieron, él se encargó de dejarme en claro que yo no tenía “permiso” de salir, sólo podía ir a la oficina y debía retirarme a las 7:00 pm y volver a casa; me prohibió hablar con amigos, escuchaba las conversaciones con mi familia y al paso del tiempo, empezó a chantajearme con publicar información confidencial de mi trabajo, yo hacía todo lo que él quería por miedo a perder mi trabajo, ya que era el único sustento de la casa.
También me amenazaba con divulgar públicamente las cosas confidenciales que me platicaban mis amigos y mi familia; yo estaba literalmente atada de manos, no podía pedir ayuda sin que él se diera cuenta.
Poco a poco empecé a estar secuestrada virtualmente por mi marido, era extorsionada y me cumplía todas sus amenazas, además se encargó de contactar a todas las personas que me conocieran, para decirles que yo era la peor mujer, que no lo atendía, que ya no quería estar con él y que él era un excelente esposo; por lo que la gente empezó a aislarme.
Total, antes de que yo abriera los ojos, él ya había armado su historia y yo sin haberme dado cuenta de todo lo que él había hecho para afectar mi reputación, e incluso ya tenía un plan para destruirme; yo tenía mucho miedo, eran tantas las presiones que deje de dormir, si comía lo vomitaba, deje de hablar, tenía convulsiones, baje de peso, vivía una pesadilla.
Después de todo eso, entendí por qué su ex no dejaba que los niños llegaran con cosas a su casa… es claro que a ellos también los mantenía vigilados, introduciendo chips en los juguetes de los niños.
Le pedí el divorcio y con ello llegó la violencia física; me gustaría que imaginarasque tuviste un arduo día laboral, con el estrés de que tu marido solo busca pelear y que si no se hace lo que él quiere recurre a los golpes y tú, solo piensas en no perder el trabajo porque hay que pagar renta, servicios básicos, autos y hasta las vacaciones y las deudas; te encuentras vigilada, tu celular intervenido por tu esposo, llamadas, mensajes, cámara, correos electrónicos, cuentas bancarias, todo, sin poder ir al baño sin que él se entere, tu camioneta con GPS, ¿cómo poder denunciar sin que él sepa?
Aterrorizada de tantas amenazas; tu familia, tu circulo de apoyo, contagiada de covid, internados en algún hospital conectados a una máquina que los haga respirar, a quienes además no puedes ver y tú, sabiendo que ¡podrían morir!
Antes de ir a trabajar tu esposo explotó y te azotó contra la pared, te amenazó y durante todo el día te mando mensajes diciéndote que se quería deshacer de ti, que eras una puta, que se encargaría de destruirte; pero ¿cómo huir? si es tu casa, la que tú pagas, tu solita, porque él se ha encaprichado en manifestar que no quiere trabajar porque no recibe un sueldo igual al tuyo, y que no saldría a trabajar para pasar vergüenzas y cuando consiguió trabajo, tampoco aportaba dinero bajo el argumento de que tenía hijos de otro matrimonio y debía las pensiones, y con lo que yo ganaba era suficiente para mantener la casa.
Llegas a tu casa, al lugar que deberías tener paz y te niega el paso con golpes e insultos, así que y decides irte a casa de tu familia para poder tener un solo momento de tranquilidad después de tanto acoso, después de los golpes, después de sentir tanto miedo.
Cuando logras entrar a tu casa, la encuentras vacía, imagina tu casa totalmente vacía, al entrar, ya no se encontraba el recibidor, ya no existía el comedor, los cuadros, la cantina, la credenza, la casa era un asco, las paredes tenían los hoyos de los cuadros, repisas y las pantallas que había arrancado y golpes de que sacó los muebles de manera precipitada; la cocina, era un caos, sin refrigerador, con basura por todos lados, el piso estaba lleno de sangre de la carne descongelada que dejo el señor, ya no había vajillas, cafetera, licuadora, horno, cubiertos, vaya hasta los focos se llevó; además había dejado a los perros dentro del departamento, así que también había heces por todos lados, la casa olía a muerto.
No sabía a quién recurrir, me sentía sola, sola!!! Fue ese momento en que la gente tenía pánico de salir de sus casas, todo estaba cerrado, solo me queda pensar ¿por dónde empezar?, ¿qué es más indispensable, una computadora para trabajar, un nuevo celular que no esté monitoreado, llevar mi auto al mecánico para que le quiten los micrófonos y el GPS, cambiar las cuentas bancarias para que no las vuelva a saquear, comprar ropa para acudir a la oficina y conservar mi trabajo y tener dinero; o pagar la renta y pagar las reparaciones del departamento para después poder cambiarme de casa y sentirme segura; o comprar un refrigerador y comida? lo indispensable para sobrevivir.
Con todo ese miedo que sentía, logré denunciar y me enteré que alguien ya lo había denunciado de forma anónima, la denuncia decía que yo estaba en peligro, aunque al final la autoridad manifestó que no localizó mi domicilio y que por lo tanto no pudo brindarme el apoyo, lo curioso es que una paquetería como Amazon siempre te encuentra…
En fin, con todo esto también supe que su ex también le había presentado una denuncia por violencia familiar, o sea que el fulano, ya tenía antecedentespenales.
Lo denuncié en 2020, han pasado 4 años en los que he tenido que vivir con muchas limitaciones para reconstruir mi patrimonio, en terapias psicológicas, con miedo a que él vuelva a entrar a mi casa y me ataque; y sin lograr justicia, pues a pesar de que ya hay una sentencia donde se le condena a la reparación del daño,a cuatro años seis meses de prisión y existe una orden de restricción, el fulano se la vive amparándose, así que no se ha podido ejecutar la sentencia, ya que el Estado lo ampara y lo protege… la víctima, que se espere, primero los derechos de los hombres, luego ellas!!!
Hoy te pido que pongas atención a “las señales”, desde el noviazgo, yo vi muchas y las pasé por alto, siempre las justifiqué.
No quiero que otras mujeres pasen por lo que yo viví. Por favor, si conoces a alguien que se identifique con mi historia, acércate, se empático. Cree en ella!!
En este, el mes de la mujer debemos estar conscientes de que una mujer libre no es aquella que no tiene pareja, es la que aún con pareja puede ir, hacer o deshacer sin que el hombre este violentándola o vigilando sus pasos.
No hay vida más bonita que la de tener libertad de vivirla sin necesidad de la validación y protección de un hombre para estar tranquila y ser feliz.
HERMOSA ES TODA MUJER Y NO HABLO DEL ASPECTO FÍSICO, HABLO DE LA LUZ QUE IRRADIA CON TAN SOLO EXISTIR.
ANÓNIMO
MARZO, MES DE LA MUJER