Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en ContraRéplica.

El caso de Arturo Zaldívar ha mostrado de manera clara como las instituciones públicas pueden ser capturadas si no se vigila y se sanciona la actuación de sus titulares y si no se cuenta con la determinación de parte de los actores que las encabezan de cumplir con sus funciones con independencia de sus preferencias partidistas. La lucha por el control del poder Judicial se ha vuelto fundamental ya que ahí se decide la continuidad o el freno a muchos de los proyectos gubernamentales y de las reformas que aprueba el poder Legislativo.

Zaldívar mostró sus cartas con mucha anticipación, desde que hizo publicas sus diferencias con Felipe Calderón al que acusó de presionarlo para que el ministro protegiera a la familia del presidente por el caso de la guardería ABC, era claro que Zaldívar había tomado una posición, lejos del papel neutral y de la distancia que debía tener respecto al poder Ejecutivo, Zaldívar hizo pública y manifiesta su cercanía con el gobierno de la Cuarta Transformación.

Lo mismo se reunía con el presidente de la República sin hacer público lo que discutían en las reuniones cuando la relación que debían guardar debía ser institucional y no discrecional, con su silencio apoyó la propuesta presidencial de ampliar su periodo al frente de la Corte, contó mal el número de votos en la discusión de la reforma eléctrica y su mayor contribución a la 4T fue su renuncia al cargo de ministro un año antes de concluir su periodo, para que el presidente pudiera nombrar a una ministra afín a su movimiento por los próximos 15 años.

Para no dejar duda de la parcialidad de Zaldívar, hay algunos aspectos reveladores, al renunciar a su cargo de ministro inmediatamente anunció su incorporación a la campaña de Claudia de Sheinbaum. En una de sus mañaneras el presidente hizo pública la influencia que tenía sobre el ministro en retiro “Cuando se daban estos hechos y estaba Zaldívar, se hablaba con él, y él podía, respetuoso de las autonomías, de los jueces, pero pensando en el interés general, pensando en la justicia y en proteger a los ciudadanos ante el crimen, hablaba con el juez y le decía cuidado con esto”. El presidente se quejó de que con el cambio en la presidencia de las Corte ya no se podía tener esa influencia sobre el poder Judicial que con Zaldívar si se tuvo, esto ante la medida de prisión domiciliaria que se le concedió a Emilio Lozoya que generó molestia en el presidente.

Hoy la parcialidad de Zaldívar se hace evidente en la denuncia anónima en su contra y parte de su equipo de colaboradores, en la denuncia se señala “tráfico de influencias, corrupción, extorsión, enriquecimiento ilícito, acoso sexual y laboral, uso indebido del cargo, suplantación de funciones, cohecho y las conductas que resulten, realizadas por los personajes mencionados durante la gestión de Arturo Zaldívar Lelo de la Rea como ministro del CJF, bajo su tolerancia, contubernio, protección, colaboración, auxilio, confabulación, amparo, complicidad o como quiera llamarse siempre con el objeto de obtener beneficios económicos o capital político”.

Ante la denuncia Zaldívar señaló que se trata de un “uso faccioso de la Corte” y solicitó que se someta a juicio político a la ministra presidenta, Norma Piña, Para Zaldívar “es inédito abrir un procedimiento de investigación contra un expresidente de la Corte, filtrarlo de manera masiva a todos los medios y abrir una cacería de brujas’. El presidente López Obrador también salió a apoyar a Zaldívar al que calificó como un “abogado integro” que “actuó con rectitud” y que la denuncia “es una especie de venganza en contra del ministro Zaldívar”.

Es probable que por la forma en la que funcionan las instituciones de procuración de justicia la denuncia contra Zaldívar no prospere, la posibilidad de realizar una investigación profunda e imparcial que permita conocer la verdad es prácticamente imposible, esto tendría que recaer en una institución independiente que permita conocer sobre los hechos, pero ese no es el caso de la FGR que posiblemente termine encarpetando el caso.

Pero también ocurrirá lo mismo con la solicitud de juicio político en contra de Norma Piña, el oficialismo no cuenta con la mayoría calificada en el Senado, elemento fundamental para poder someter a juicio a la ministra por lo que es probable que tampoco este juicio prospere.

Lo que si logra mostrar el caso Zaldívar es que la cercanía con el poder político es un elemento fundamental si se quiere obtener “justicia” en México, si no se tiene esta cercanía, o no tienes recursos económicos, o eres enemigo del poder político en turno, lo más probable es que te tengas que preparar porque las instituciones de justicia actuarán por consigna. El caso Zaldívar muestra como el influyentísimo sigue siendo la norma en México y la posibilidad de obtener justicia es tan lejana como la distancia que existe entre la ciudadanía y el poder público, la disputa no es por mayor justicia, la disputa es por quien se queda con la mayor tajada de poder.

Iván Arrazola es analista político e integrante de Integridad Ciudadana A. C. @ivarrcor @intregridad_AC