Adoctrinados


Por: Vladimir Juárez @VJ1204 Publicado en ContraRéplica


 

Cultivar la esperanza en un individuo, grupo o población con un lenguaje lleno de simbolismos con el propósito unificado de superar su crisis actual o una amenaza externa es tan efectivo como peligroso.

Cuando esto sucede, nos encontramos ante un líder que forma un grupo proactivo y empoderado cuyo propósito es transformar el entorno inmediato de los individuos, pues generalmente estos se encuentran ante un ambiente complejo e incierto.

La historia está llena de líderes carismáticos cuyo propósito es cambiar esa realidad que aqueja; para ello, utilizan su liderazgo haciendo ofertas en firme e irrechazables que captan la frustración y la ira de los individuos.

Adicionalmente, el líder promueve narrativas que estimulan la movilización para promover lo mismo derechos civiles, económicos o bien, ideas como la igualdad, la inclusión, la diversidad y el acceso a la justicia social.

Sin embargo, es la misma historia la que nos muestra que el idealismo de este tipo de liderazgos pronto se convierte en una especie de autoritarismo donde la manipulación se vuelve destructiva; pues el líder utiliza los distintos medios que tiene a su alcance para imponer su visión.

Consolidado el líder, se detona una espiral de radicalización y control por parte de su grupo empoderado, pues solo reaccionan ante las amenazas latentes de los enemigos y del mensaje del líder.

Es entonces cuando inicia el adoctrinamiento. El grupo empoderado avanza incorporando persuasivamente individuos que les hace sentir que son parte fundamental de un proceso de transición.

Para ello, se repite una y otra vez el metamensaje doctrinal del líder, pues es fundamental verlo y escucharlo tantas veces sea necesario. En tanto que los replicadores inician un proceso de “ambientación cerrada”, en la cual los seguidores se aglutinan bajo la lógica de los “buenos y los malos”; cuya base narrativa se distingue por el hecho de que los imaginarios colectivos superan la realidad.

Terminado este proceso. El líder reafirma en cada mensaje la idea suprema de un enemigo externo al asecho; donde los individuos cautivos serían incapaces por si solos; su única esperanza es ser parte de este nuevo grupo transformador. Negarse a ello, activa el último mecanismo de control que es la presión grupal que utiliza a los amigos, familiares o los círculos cercanos para que coaccionen.

Ante el adoctrinamiento, la única grieta posible es que con el tiempo su líder se muestre hipócrita o no tan infalible; o bien, que se invierta la ecuación donde la realidad agriete la ficción.

Por ello, todos debemos estar atentos a esos grupos de culto que tocan a nuestra puerta ofreciéndonos remedios contra la corrupción del mundo. Afortunadamente, en política dictan “otros datos…”.

•Colaborador de Integridad Ciudadana
A.C. @Integridad_AC @VJ1204
/CR

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