Termina el segundo trimestre del año y la economía del país no tiene rumbo, el empobrecimiento de los mexicanos hoy es mayor; sugiero observar lo establecido por el Foro Económico Mundial en el Índice de Desarrollo Inclusivo, que establece que el desarrollo de un país no sólo se debe de medir por el Producto Interno Bruto, sino también generando acciones contundentes para la inclusión económica de los más desfavorecidos.
El Índice mide los avances con base a tres indicadores. El primero establece el crecimiento y desarrollo —que incluye el PIB y la esperanza de vida—; el segundo es la inclusión, relacionado a los ingresos de los hogares y la pobreza; por último, la equidad intergeneracional y la sostenibilidad, que evalúa la correspondencia entre jóvenes y adultos en la actividad laboral principalmente.
También establece nueve pilares, que se resumen en las condiciones que da el gobierno a través de las políticas fiscales (incentivos) y simplificación administrativa (mejora regulatoria), que generen beneficios directos a la ciudadanía, así como midiendo el acceso a la educación, a los servicios básicos e infraestructura donde se incluye el acceso al internet, a la par de la inclusión laboral y la brecha de género, permitiendo el desarrollo integral de la sociedad.
Los estados que más han avanzado en estos índices son Colima, Querétaro y Aguascalientes, en contraste con Tabasco, Guerrero y Chiapas, evidenciando así que las oportunidades de desarrollo están relacionadas con la región del país y las políticas públicas locales que se generan en cada entidad para impulsar el desarrollo humano sustentable.
Hoy se presentan oportunidades a nivel nacional, que impulsen acciones directas para un desarrollo inclusivo de las regiones más desfavorecidas a través de políticas que detonen su potencialidad económica, destinando recursos para la creación de empresas sociales productivas, ya sean industriales o rurales; aunado a la creación de paquetes de incentivos fiscales propiciando con ello la inclusión financiera de las MiPymes.
México tiene una gran oportunidad derivada de la entrada en vigor del T-MEC, por lo que, en mi opinión, es necesario que el gobierno dé un giro al timón. El presupuesto existe y está destinado a programas sociales para abatir la desigualdad. Sin embargo, ante la situación actual y con el objetivo de maximizar los recursos e impulsar la competitividad de las diferentes regiones, es momento de redireccionar los recursos para crear un ambiente propicio para el desarrollo y fortalecimiento de la economía nacional.