Por: Alaska J. Zamora @AlaskaJuarez Publicado en Contra Réplica
Salen de casa, con lágrimas en los ojos se despiden de aquello que ellos conocen como hogar, en la espalda cargan el peso de la desesperación, el miedo y el desalojo. Lo único que los anima a seguir con su decisión es saber que puede haber un mejor futuro para ellos, a pesar de los obstáculos que se presenten seguirán adelante. Aquel anhelo de tener un mejor futuro los alienta en momentos como estos, donde dejar todo lo que les es familiar es inminente. Salen de casa con lágrimas en los ojos, se despiden de todo lo que ellos conocen para comenzar su caminata llena de esperanza, con algo de fe en los bolsillos.
En las últimas semanas, el tema de las caravanas migrantes ha dado mucho de qué hablar entre los mexicanos, las opiniones están divididas entre aquellos a favor de su paso por el país y otros que están completamente en contra de la caravana y de las situaciones que se han presentado durante su recorrido por tierras mexicanas. Entre algunos de estos últimos se ha destacado el México que no queremos reconocer. Un México que por fuera se presenta como un anfitrión humanitario, pero en el fondo soterra xenofobia, racismo y discriminación.
Un México que se simula ajeno a lo que nos hace similares con los migrantes centroamericanos; una sociedad que ha olvidado que nosotros también somos un país migrante, que a pesar de que tenemos diferentes contextos, nuestra realidad es más parecida de lo que se cree, dejando a un lado el hecho de que antes de ser norte o sur somos Latinoamérica; una región plagada de corrupción, violencia, delincuencia, desempleos, injusticias y gobiernos fallidos.
Foto: Cuartoscuro
Por décadas, hemos pedido un trato digno por parte de Estados Unidos hacia los migrantes mexicanos, hemos denunciado una y otra vez las injusticias así como las discriminaciones vividas; a la par recalcamos que la migración de nuestra parte no es por gusto, sino que se huye de la violencia que hunde a nuestros Estados, del miedo que radica sobre los pobladores al no poder confiar en los elementos policiales ni en las instituciones que están formadas para su protección, se huye del hambre, de la falta de empleo y de oportunidades.
Como sociedad, es necesario recordarnos hasta el cansancio que la idea de dejar el hogar no es una decisión que se tome por gusto y a veces mucho menos por necesidad, sino que hoy en día, es una acción para sobrevivir. Estas razones son las mismas que sufren los centroamericanos en sus respectivos países.
Fuente: Reforma