Por: Alaska J. Zamora @AlaskaJuarez Publicado en Mexican Times
El desplazamiento de población que se produce desde el lugar de origen a otro se le conoce como migración, y esto no es nuevo en la historia de la humanidad.
Durante los últimos años hemos visto diferentes discursos recorrer el tema, el más mediático es, lamentablemente, el de Donald Trump en contra de México y América Latina, el cual se ha centrado en el rechazo hacia todos los migrantes que buscan mejores condiciones de vida al ser desplazadas por la violencia, la pobreza o el narcotráfico.

Una de las promesas de campaña de Donald Trump fue justo financiar la construcción de un muro de más de tres mil kilómetros en nuestra frontera norte, así como una pena de prisión mínima de dos años por ingresar ilegalmente a los Estados Unidos (El Economista, 2016).
A raíz de estos discursos de odio y racismo se produjeron diferentes cazas en contra de todo aquel que no sea ‘americano’, un ejemplo claro es el de Charlottesville donde miles de supremacistas blancos desataron la violencia contra manifestantes opuestos a una marcha de extrema derecha.
Pero ¿en qué momento inició este odio sin fundamento en contra de los migrantes? Habrá que recordar que los Estados Unidos es un país que fue fundado bajo las bases mismas de la migración, y que cuenta con cientos de historias donde los migrantes han sido parte fundamental de su resurgimiento como una gran nación. Así, por ejemplo, podemos recordar que durante la Segunda Guerra Mundial la producción de alimentos en Estados Unidos iba en picada por la falta de ‘brazos’, lo que llevó a que el gobierno estadounidense abriera de par en par sus fronteras para que miles de migrantes acudieran al rescate de esa nación. ¿En qué momento se comenzó a criminalizar a estos migrantes que fueron sin duda, un apoyo para la victoria de su país? ¿Porque negar el apoyo a alguien que teme por su vida, y que sabes que mandarlo de regreso a su lugar de origen solo significa la muerte?
Lo que hay que tener claro en este siglo que acaba de iniciar, es que al igual que el cambio climático, la migración es uno de los grandes retos de la humanidad, y que estos no se detendrán.
Hoy es más claro que los modelos políticos y económicos vigentes están generando grandes desequilibrios regionales que a la postre promueven e incentivan el desplazamiento de miles y millones de personas que aspiran a condiciones de vida básicas para poder sobrevivir a la falta de oportunidades en sus lugares de origen, y que están dispuestos a perder la vida para encontrar condiciones mínimas de sobrevivencia.
Pero, de algo no hay duda, la migración es la condición natural de vida de nuestras sociedades,desde sus orígenes hasta nuestra modernidad, por lo que no importa que tantas fronteras o muros nos separen, la migración es un estado natural del hombre, que ha recorrido nuestras venas desde el inicio de nuestros tiempos, y nada, ni nadie podrá evitarlo.
Por lo anterior, pienso que el reto de la migración hacia los Estados Unidos no se encuentra en obstaculizar el arribo de miles de personas a esa nación, sino en un replanteamiento estructural de fondo en la política, la economía y el combate al crimen organizado en toda la región de América Central, lo que a la postre permitirá incidir regionalmente en los países aledaños, y con ello generar mejores condiciones de vida, desplazando el posicionamiento cada vez más frecuente de discursos políticos de odio, racismo y xenofobia.
Alaska J. Zamora es colaboradora de Integridad Ciudadana A.C. Actualmente es estudiante de Comunicación en la Universidad Iberoamericana, Campus Santa Fe. Sus temas son género, violencia, política y problemáticas sociales. Actualmente es productora de radio en Ibero 90.9 FM, en Kilombo 909 FM Redes sociales. Twitter:@AlaskaJuarez