Verdad, justicia y paz: La marcha


Por: Vladimir Juárez @VJ1204 Publicado en ContraRéplica


“Si no pueden, renuncien… Ya basta de que nuestra seguridad sea un botín político”, Alejandro Martí

La CDMX es la urbe que registra la mayor cantidad de manifestaciones, marchas y movilizaciones sociopolíticas en toda América Latina. Las estadísticas que se tienen calculan un promedio diario de 9 manifestaciones hasta alcanzar un número superior a los dos mil quinientos eventos por año.

Para algunos, las manifestaciones son un mecanismo de presión sectorial que lo mismo sirven para negociar el alza a la tarifa autorizada del transporte público concesionado como para acceder al fondo de reconstrucción por el 19S o para obtener permisos de instalación de romerías en el primer cuadro de la ciudad, y así, ad infinutum.

El método de este tipo de protestas es relativamente sencillo y “exitoso”. Se toman las calles y la movilidad como rehenes de la gobernabilidad hasta obligar a las autoridades a un proceso de negociación donde el “arte del estire y el afloje” se concentra en exigencias, cuotas o concesiones privilegiando los acuerdos políticos para alcanzar parte del “botín político”; su finalidad es mediática y su temporalidad efímera.

Para otros, el significado de marchar es distinto. Se marcha para levantar la voz, para defender la vida y la democracia, para velar el derecho a la verdad, para exigir cuentas, para despertar conciencias, para no olvidar a nuestros muertos, para adherir latitudes, para protestar ante los crímenes de Estado, para construir una nueva patria y para emplazar un cambio de rumbo en aquellas políticas gubernamentales que flagelan por incompetentes, por inciertas o por arrogantes.

El método de este tipo de protestas es complejo e incierto. En ellas se liberan el sentir y la palabra de los gobernados que focalizan lo importante del cerco informativo. Su objetivo es concertar y construir un diálogo democrático, abierto y vinculante para obligar al Estado – y no al gobierno – a construir conjuntamente una agenda contra la impunidad; su finalidad es la conciencia y la reivindicación de la sociedad civil organizada, con temporalidad duradera.

Sobre este este tipo de movilizaciones, es posible recordar algunas de las más representativas: la “primavera árabe” que obligó a la democratización de países enteros. El movimiento de resistencia por los 43 de Ayotzinapa que dio paso al declive de un gobierno que tuvo que reconocer la peor crisis de derechos humanos en la historia de México. Y hoy, la América Latina que vive un movimiento de protesta generalizado que busca conciencia sobre el replanteamiento del modelo económico.

La marcha por la verdad, justicia y paz, que inicia en Morelos este jueves 23 y que culminará el domingo 26 en la CDMX, está llamada a ser un movimiento por la reivindicación de la sociedad civil organizada en México. Se trata de la continuidad de una lucha social que inició en 2011 y que demanda justicia, sin que a la postre haya sido atendida a pesar de las promesas y los cambios de gobierno.

La apuesta del Movimiento es por retomar como prioritaria la agenda de justicia transicional con “actividades específicas, mecanismos y procesos, que atiendan las causas, las consecuencias del legado de violencia de alto impacto a gran escala” (CIDE), y que hoy están ausentes en la agenda de gobierno de la 4T.

Está claro que el enemigo común de México es la impunidad. El objetivo; resarcir a las víctimas por el daño sufrido e impedir la repetición de los eventos que lo ocasionaron. Pues los otros datos nos aseguran que no leerlo así, será vivir en el error, pues el movimiento procura conciencia de temporalidad duradera.

Colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204

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