Por: Iván Arrazola Cortés @ivarrcor Publicado en ContraRéplica
Semanas intensas son las que se han vivido en las cámaras a raíz de los cambios alrededor de la Guardia Nacional, cuando todo parecía que la discusión estaba por agotarse al ser votado el dictamen en la Cámara de Senadores que no alcanzaba el número de votos necesarios para ampliar el periodo de la Guardia Nacional hasta el 2028, vino la propuesta de regresar el dictamen a comisiones con lo cual el oficialismo ganó tiempo para convencer a algunos legisladores de oposición para que voten a favor de su proyecto.
A partir de lo que no se votó en la Cámara de Senadores ha habido diferentes posturas, por el lado de la oposición, lo festejaron como un gran triunfo después de haber rechazado la reforma eléctrica meses atrás; por otra parte, el oficialismo no pierde la esperanza de poder convencer a algunos senadores, sobre todo del PRI, lo cierto es que a partir de esta semana nuevamente se iniciaran las discusiones alrededor de la polémica propuesta.
Hay tres frentes que se han abierto a partir de la discusión de la semana pasada, el primero es el del presidente y la presión hacia la oposición. La dureza y las formas poco diplomáticas que ha utilizado el presidente son preocupantes, 24 horas después de que el dictamen fue devuelto a comisiones, el presidente en su conferencia mañanera mostró los nombres de los 21 senadores de oposición que se negaron a extender la presencia de la Guardia Nacional hasta el 2028.
Mencionó el presidente que el PAN mantuvo al Ejército en las calles sin fundamento constitucional y que estaba prohibido en aquel entonces. También reclamó la falta de apoyo del PAN cuando uno de los estados donde más violencia se registra que es Guanajuato. Preocupa que el jefe de Estado asuma comportamientos que ponen en riesgo la integridad de los legisladores al señalarlos en público por no apoyar su propuesta, en democracia se vale diferir, y si bien la posición que hoy asume la oposición es cuestionable, la propuesta sobre sobre la Guardia Nacional sigue generando dudas ya que no termina de quedar claro como se respetarán los derechos humanos y la forma en que se fortalecerán a las policías locales con la extensión de la Guardia Nacional por cinco años más
El segundo frente es el cuestionable papel de los gobernadores, se puede entender el papel de los 23 gobernadores emanados de Morena o sus aliados que no tienen la menor intención de contradecir al presidente, lo que genera mayores dudas son los gobernadores de oposición que en este tema parecen apoyar al presidente en la propuesta que se está discutiendo en el Senado, su silencio o la débil oposición a la propuesta no dejan lugar a dudas.
En un país de corte federalista los gobernadores deberían de tener una opinión sobre el tema o al menos aportar soluciones ante un problema tan complejo como lo es el de la seguridad ya que en sus manos tienen la responsabilidad de coordinar el trabajo con los municipios que es el eslabón más débil en materia de seguridad en el país. Su silencio es preocupante por dos razones, la primera porque al parecer no tienen idea de cómo hacer frente al tema del crimen organizado en sus estados y porque su dependencia de la federación es completa en el tema de la seguridad.
El último frente es el PRI, en los últimos días ha trascendido que el oficialismo está por convencer al PRI de votar a favor de la propuesta, el boquete que abrió su dirigente nacional al presentar la propuesta de extender la presencia de la Guardia Nacional hasta el 2028 ha provocado que la alianza entre los tres partidos de oposición se tambaleé. El grupo parlamentario en el Senado ha mencionado que en los próximos días presentará su propia iniciativa sobre la Guardia Nacional, la razón por la que aceptaría el PRI es porque en la propuesta se incluiría la comparecencia de los encargados de la Guardia Nacional cada seis meses.
Independientemente de lo que suceda con la votación de esta semana una conclusión que se puede extraer del caso es que la clase política se ha quedado corta, las decisiones se han intentado tomar de forma apresurada, de forma poco clara, en donde no termina de quedar claro cuáles son los beneficios de la propuesta. Lo que no ha podido responder ni el gobierno ni el poder legislativo en toda esta discusión es qué sigue después de que se apruebe la permanencia de la Guardia Nacional por cinco años más y las implicaciones que tendría para la próxima administración.

Iván Arrazola es analista político y colaborador de Integridad Ciudadana. @ivarrcor