Por: Vladimir Juárez @VJ1204 Publicado en ContraRéplica
Fue la revolución que impulsó: su fuerza, su inteligencia, su lealtad y su determinación el origen de tu nombre: Nadeshda. Y así continuarás: Iluminando, inspirando.
“Sólo hay una manera de descubrir si un hombre es honrado… preguntárselo. Si responde que sí, es un farsante” Groucho Marx
Nos encontramos ya en la vorágine electoral del proceso 2021: es uno de esos momentos en los que todo brilla y todo es putrefacto, dependiendo quién y cómo se dice. Son tiempos de ángeles y demonios, de vacunas y de la peste de la corrupción, donde la neutralidad estorba y las auditorías facilitan. Son tiempos de persecuciones, exoneraciones, de inconsistencias: es momento de la realpolitik.
Aunque parece que fue hace mucho, en realidad fue hace menos de tres años que el país entero se encontraba expectante sobre la contienda electoral presidencial de 2018. En aquel entonces, debatíamos sobre los olvidados, la pobreza, la corrupción, la desigualdad, la impunidad, los excesos y el cambio obligado de rumbo. Elementos que se desahogaron en las urnas, dando paso a una nueva transición política.
Un cambio de estafeta que, parafraseando los argumentos de Jorge Zepeda Patterson, logró “la transferencia masiva de recursos a los sectores sociales más desprotegidos; impulsó proyectos de inversión pública al abandonado sureste del país; modificó el sistema de salud para intentar asegurar medicinas y atención médica universal; se prostró combativo para la evasión fiscal por vez primera en México; enfrentó el robo de combustible en gasoductos; revisa y promueve reformas contra contratos leoninos en obra pública, medicinas, industria eléctrica y petroquímica; igualmente, promueve el fin al gasto suntuoso de la clase política y austeridad en las finanzas públicas, anteponiendo, además, restricciones al endeudamiento del sector oficial” (Amloista con derecho a disentir, Milenio Diario, 11/06/2020).
Sin embargo, al mismo tiempo, existen inconsistencias “técnicas y de método” que no pueden pasar desapercibidas ante la obligada rendición de cuentas.
Así, por ejemplo, las transferencias masivas de recursos a los sectores más desprotegidos han sido acompañadas de prácticas como el clientelismo y la manipulación electoral; los proyectos de inversión pública más importantes han avanzado imponiéndose y omitiendo información técnica suficiente para conocer el costo-beneficio y el impacto ambiental; la reforma al sistema de salud ha sido una de las políticas inconclusas con mayor impacto en la calidad de vida de los ciudadanos, y que, aunada al manejo de la pandemia, nos ha colocado en un estado de alta vulnerabilidad. La austeridad del gasto no compensa decisiones o caprichos políticos que han incrementado costos directos de proyectos en ejecución por su cancelación.
Adicionalmente, la retórica sobre la integridad y la honestidad pública de la cuarta transformación no empata con argumentos que justifican que recibir o aceptar dinero en efectivo para fines políticos no es un acto de corrupción, sino una aportación para el movimiento; donde las alianzas políticas con grupos políticos (PVEM) y personajes impresentables se justifican; tampoco empata la continua y sutil exigencia desde el púlpito presidencial a la sumisión para el resto de los poderes y autonomías; el amedrentamiento de la autoridad hacendaria a opositores, líderes o activistas que manifiestan la libertad de expresión; la burla reiterada y desatención de las víctimas que exigen la instauración de una política pública de justicia transicional; la provocación, alimentación y persecución fanática de la polarización política entre clases sociales. Y qué decir, de la falsa postura de entendimiento ante el movimiento político feminista y su apatía ante la violencia de género.
México atraviesa por una gran inconsistencia, una falta de estabilidad y
coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Por lo que esta columna hace votos para que, en esta temporada de caza, hogueras, guillotinas y profetas, el electorado haga una profunda reflexión sobre el México que requerimos y a cambio de qué. Concluida la reflexión, desahoguémosla en las urnas el próximo domingo 6 de junio.
Épicas de la rendición de cuentas
La buena, que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) se comprometió a revisar exhaustivamente ¡su trabajo! que contiene “inconsistencias” técnicas y de método. La mala, que después de este episodio, la ASF perdió total credibilidad como institución garante de los “pesos y contrapesos”. La fea, que el desprestigio a la ASF perdurará hasta que David Colmenares deje de ostentarse como titular o cuando se presente voluntariamente en una conferencia mañanera para explicar sus razones al pueblo de México. ¿Qué sucederá primero? Hagan sus apuestas…
