Por: Iván Arrazola Cortés @ivarrcor Publicado en ContraRéplica
Las decisiones que han tomado en las últimas semanas las autoridades electorales sobre la cancelación de algunas candidaturas han provocado una revolución al interior de los partidos, al tener que hacer cambios de última hora, pero también por exhibir que una buena parte del control de las candidaturas se encuentran en manos de caciques o de familias con arraigo en los estados donde se llevarán a cabo elecciones.
El primer caso y quizá el más emblemático, es el retiro de la candidatura de Félix Salgado quien será sustituido por su hija, Evelyn Salgado. A la pregunta de un reportero al presidente de si la sustitución de la candidatura era un acto de nepotismo, AMLO respondió “El pueblo es soberano en la democracia, es el que manda. Habrá elecciones, van a ir los ciudadanos a participar a depositar una boleta, voto libre secreto, esa es la democracia representativa y vamos a esperar a que el pueblo decida, y que nadie se ofusque ni se ponga nervioso, hay que tenerle confianza al pueblo, eso es todo, es tan sencillo”. El presidente quiere hacer pasar dicha candidatura como un acto democrático, lo que a todas luces constituye un acto de prolongación del poder de un individuo con gran arraigo en la región, aunque el excandidato no aparezca en la boleta tendrá un peso fundamental en el resultado de la elección y probablemente en la conformación del gobierno del estado de Guerrero.
El otro caso es el de Miguel Ángel Yunes Marqués quien no podrá contender por la presidencia municipal de Veracruz, al no cumplir con el requisito de elegibilidad relativo a residencia efectiva de no menor a tres años. Yunes Marqués acusó al gobierno estatal de persecución política y su esposa Patricia Lobeira hizo el anuncio de que lo sustituiría en la contienda. Lobeira señaló “Lo hago por amor a él (..), pero sobre todo por amor a mi ciudad y a mis hijos, porque no podemos permitir que a Veracruz le cancelé de un plumazo un futuro tan brillante”. La justificación de la decisión se basa en la intromisión del gobierno y en un acto de amor, de esa forma se intenta mantener una candidatura que en realidad no cumple con los requisitos legales.
Estos dos ejemplos constituyen una muestra clara de que a nivel local ciertos personajes y apellidos tienen mayor peso que los partidos políticos. Un adecuado funcionamiento de la democracia requiere que el poder político sea público, es decir, no debe pertenecer a una persona o grupo en concreto. Cuando el poder se maneja como propiedad personal se ejerce de forma discrecional y arbitraria. Prácticamente todos los partidos en esta contienda han mostrado que las candidaturas no les pertenecen y que son altamente dependientes de ciertos personajes para ser competitivos, lo que tendrá como consecuencia que quien oficialmente gane no gobierne, lo que constituye en la práctica un ejercicio de simulación y ausencia de rendición de cuentas de partidos cada día más deslegitimados.

Ivan Arrazola. Colaborador de Integridad Ciudadana, Doctor en estudios Científico-Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO. México). Especialista en participación ciudadana, cultura de paz, democracia subnacional y gobierno abierto @ivarrcor @Integridad_AC