Por Javier Agustín Contreras Rosales. Publicado en ContraRéplica.
Mientras los políticos mexicanos viajan en jet privado y viven una vida cómoda, sin necesidad de transparentar nada, ya que desaparecieron el Instituto de Transparencia, México se cae a pedazos en medio de escándalos y desastres que no se pueden atender por falta de capacidad y fondos específicos.
En los titulares de los últimos días aparecieron noticias de gran impacto que afectan de forma directa la vida diaria de los mexicanos, entre las que se encuentra la huelga de brazos caídos de los trabajadores del Sistema de Administración Tributaria (SAT), quienes exigen condiciones de trabajo dignas y remuneración acorde con sus labores, lo cual, lejos de ser un paro sectorial, se convierte en el primer reclamo de los servidores públicos de nivel federal, de gran impacto, y que puede marcar el inicio de una crisis institucional. En los últimos años se han venido manifestando diferentes sectores, entre los que se encuentran exservidores pertenecientes a los «siervos de la nación», quienes tienen funciones específicas para la vinculación uno a uno entre el gobierno federal y los ciudadanos, en especial los que son candidatos a los programas sociales; los exfuncionarios del gobierno de Oaxaca, los del sector salud del Estado de México, o todos aquellos que fueron despedidos en los municipios al principio del año curso, con la llegada de las nuevas administraciones.
No se incluye al Poder Judicial, ya que ellos son parte de la renovación del poder y, para los nuevos dirigentes del Poder Judicial, su despido y el hostigamiento están justificados, sin detenerse a pensar que estos trabajadores son la base institucional del mismo.
La austeridad republicana, al parecer, solo es para los ciudadanos de a pie y, principalmente, del sector público, a los que se les ha venido disminuyendo sus salarios y prestaciones.
Ahora no es la derecha la que se manifiesta, son los ciudadanos que trabajan en el sector público, a esos que se les señala todo el tiempo como parte esencial de la corrupción, los que son utilizados, y para todos los que llegan y asumen los cargos, los trabajadores son prescindibles, sin tomar en cuenta el valor del capital humano y el costo económico que significa poder capacitar a la gente que tiene 90 % de lealtad a la 4T y 10 % de experiencia en lo laboral. Lo que sucede en el sector público y la idea de que se puede vivir con poco, y que «primero son los pobres», aunque eso solo sea una frase para empobrecer a toda la nación y crear una base clientelar de beneficiarios de los programas sociales.
Se encienden luces de advertencia. La gente cada día está más cansada del falso discurso de austeridad, mientras los fondos públicos se despilfarran, en proyectos humanitarios hacia el exterior, apoyando a países de ideología de izquierda que han quebrado su economía, como Cuba y Venezuela, ya sea contratando médicos, mandando gasolina o dándoles un apoyo para que regresen a su país de origen. ¿Que acaso no se dan cuenta de que la política actual está deteriorando y empobreciendo a la nación?; no es necesario entrar en crisis presupuestal para redirigir el gasto y delinear prioridades, entre ellas darles el bienestar económico al capital humano que labora en las instituciones públicas y más si son las que gestionan el ingreso público.
Entre tanto, los políticos que tienen un cargo público saltan de un partido a otro por conveniencia, gozando de sus altos salarios y “trabajo arduo”, conforme a sus justificaciones, dejando atrás la austeridad republicana en lo personal, pero promoviéndola como si ellos la vivieran.
Estos políticos deben detenerse y ponerse a trabajar para restablecer las comunicaciones en las 301 comunidades que siguen aisladas. No es posible que supuestos miembros del CJNG sean benefactores de las comunidades más afectadas por las lluvias en Veracruz.
Es importante que, como ciudadanos, exijamos y salgamos de la trampa política en la que se ha caído. No importa la ideología del político o funcionario público que esté al frente; lo que importa es que se cumpla con lo que se dice, se sea congruente y no se laven las manos para dar espaldarazos a quienes abusan del mandato que les dio el pueblo.

Javier Agustín Contreras Rosales. Colaborador de Integridad Ciudadana AC, Contador Público, Especialista en Instituciones Administrativas de Finanzas Publicas, Maestro en Administración Pública @JavierAgustinCo @Integridad_AC

