Por Iván Arrazola Cortés. Publicado en La Silla Rota.

La captura de Rafael Caro Quintero marcará un momento complicado para la administración de López Obrador, el “genio de la comunicación” ha mostrado dificultad para explicar el contexto en el que se dio la captura, aunque la detención ayuda a debilitar a las fuerzas del crimen organizado, para el presidente en lo personal es una derrota, a continuación, se explica por qué.

La primera razón tiene que ver con la opacidad generada por el propio gobierno mexicano ante la detención. Las primeras declaraciones del gobierno en voz del presidente López Obrador llegaron hasta el lunes en su conferencia mañanera, tres días después de la detención, en donde declaró que no hubo “colaboración directa” por parte de la DEA en el operativo que culminó con la detención del capo, y en segundo lugar el presidente mencionó que no estaba enterado previamente de que se llevaría a cabo el operativo, se enteró hasta que ya se había realizado la detención.

Esto contrasta con las declaraciones de funcionarios de alto nivel del gobierno estadounidense quienes desde el viernes 15 de julio que se dio la captura salieron a reconocer el trabajo “conjunto” de la DEA con las autoridades mexicanas, así lo dijo la directora de la DEA y el Fiscal general estadounidense que celebró el “trabajo incansable” de la DEA y sus socios mexicanos. La acción es difícil de digerir para López Obrador porque es incapaz de reconocer que sin los servicios de inteligencia estadounidense es complicado realizar este tipo de operativos. Además, se trabajó con la Marina y no con la Guardia Nacional o con la SEDENA instituciones de toda la confianza de López Obrador, lo que también refleja en qué instituciones confía plenamente el gobierno estadounidense.

La posición que ha asumido el presidente López Obrador ante instituciones como la DEA ha sido critica, las ha acusado de actuar de forma unilateral, el caso del exsecretario de Defensa en tiempos de Peña Nieto, Salvador Cienfuegos, ilustra dicha situación, el general fue detenido en Estados Unidos sin que se le informará de manera previa al gobierno mexicano sobre el operativo, esto llevó a generar una relación tensa con la DEA, se retrasaron tramites de visas para agentes y se clausuró una unidad de investigación de la agencia en México.

A pesar de estas diferencias es deber del gobierno mexicano informar con total transparencia de las condiciones en que las se dio el operativo, el informar con precisión no puede depender de los humores o de la animadversión que puede sentir el presidente hacia una institución ya que es una política de Estado y el tema de seguridad es primordial para el país.

En segundo lugar, para el presidente la detención fue una noticia incomoda porque va en contra de su política de “abrazos no balazos”. Para López Obrador el plan para eliminar la inseguridad se ha basado fundamentalmente en atacar las raíces de la inseguridad, basadas en la desigualdad y la corrupción, la apuesta en los programas sociales es la clave para eliminar la inseguridad y para la corrupción es la gente honesta en el gobierno. La detención de grandes capos es rechazada por el presidente porque las administraciones anteriores la utilizaron y no disminuyó la violencia.

Lo que ha generado confusión sobre esta política es que, por un lado, no ha disminuido la violencia, van más de 120 mil homicidios dolosos en el sexenio y a ese ritmo superará los 156 mil que se dieron en el sexenio de Peña Nieto, y por otro lado, los niveles de corrupción son similares a los de otros sexenios.

En tercer lugar, nuevamente el presidente se ha visto obligado a actuar en contra de sus intereses ante la presión de Estados Unidos. Diferentes medios han planteado que en su más reciente gira por territorio estadounidense el presidente fue presionado por el Ejecutivo para que aceptara que se llevara a cabo el operativo, no estaba dentro de sus intereses prioritarios el arresto del capo, pero sabe que la presión que puede ejercer Estados Unidos sobre su gobierno en materia económica puede ser determinante. Entre los mecanismos que pudo utilizar el gobierno estadounidense se encuentra, la ausencia de una investigación contra el general Cienfuegos o bien las omisiones de la política de seguridad del gobierno mexicano.

Para Estados Unidos la detención de Caro Quintero es un triunfo simbólico, es el castigo a un criminal que no solo traficó con drogas, su principal crimen fue el secuestro y asesinato de uno de sus agentes. Para López Obrador es un acto injerencista por parte de su principal socio comercial, por eso mientras Estados Unidos no genere más presión dejará que el tema de la extradición de Caro Quintero naufrague en los tribunales mexicanos que si en algo se especializan es en la lentitud. Por eso es por lo que López no reconocerá esta captura como un triunfo de su gobierno y seguirá gritando a los cuatro vientos que la mejor estrategia es la de los abrazos y no balazos.

Iván Arrazola. Colaborador de Integridad Ciudadana, Doctor en estudios Científico-Sociales con mención en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO. México). Especialista en participación ciudadana, cultura de paz, democracia subnacional y gobierno abierto. @ivarrcor @Integridad_AC https://www.integridadciudadana.org.mx/