Por Javier Agustín Contreras. Publicado en ContraRéplica.

Desde el pasado domingo 30 de marzo, hemos observado cómo se desarrollan las campañas electorales de los candidatos a ocupar un cargo en el Poder Judicial, lo cual está saturando los distintos medios de comunicación, principalmente las redes sociales. Esto nos ha obligado a escuchar a diversos candidatos, desde aquellos que creen que es una buena estrategia comparar su preparación con un chicharrón bien preparado, hasta los que establecen peroratas prometiendo cuestiones que están lejos de las funciones del cargo por el que compiten. Su objetivo parece ser llamar la atención de los ciudadanos, lograr que los conozcan y ver en ellos al impartidor de justicia perfecto para ser electo. Lo anterior es el resultado de la falta de conocimiento de cómo construir una imagen pública ante los retos que implica una elección con características tan específicas como la de la carrera judicial, donde demostrar el conocimiento profundo de la ley, el respeto a los derechos humanos y la capacidad de tomar decisiones éticas es esencial.

A diferencia de las campañas políticas, donde crear empatía y simpatía entre los electores a través de promesas y proyectos futuristas de bienestar colectivo es suficiente (al fin y al cabo, prometer no empobrece), las campañas para el Poder Judicial requieren un enfoque diferente. Durante este periodo de campañas, observaremos a distintos tipos de candidatos al Poder Judicial. La mayoría son estudiosos del Derecho que se han desarrollado en el ámbito profesional como litigantes, funcionarios, docentes e investigadores. Sin embargo, esto no los convierte en jurisconsultos, ni prueba su capacidad para resolver o dirimir problemas de índole constitucional, laboral, civil, mercantil o penal, según sea el caso. Por esta razón, debemos reflexionar y preguntarnos, a pocos días de la elección del Poder Judicial, ¿qué es lo que debemos analizar en el discurso de los candidatos ante las eminentes campañas que escucharemos?

Antes que nada, se debe consultar, en el caso de los candidatos locales, cuáles pertenecen a la región judicial en la que vives. Luego, se debe proceder al análisis de las características del aspirante, siendo fundamental que no tenga lealtades partidistas ni fines personales que le impidan ser imparcial y objetivo. El hecho de que no esté identificado con una corriente ideológica permite que, una vez en funciones, tome decisiones claras y autónomas conforme al Derecho. Además, su integridad personal no debe estar comprometida por hechos del pasado, y su principal objetivo debe ser la impartición de justicia como base para la consolidación del Estado de Derecho. Es crucial que dentro de su discurso se comunique de forma asertiva y efectiva su conocimiento profundo de la ley y sus funciones como juez, magistrado o ministro. También es esencial que muestre, dentro de su disertación, que tiene la capacidad de resolver conflictos de manera constructiva. Esta última habilidad es especialmente importante para los candidatos a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ya que ellos son los encargados de dirimir los asuntos constitucionales.

Estas elecciones del próximo 1 de junio no solo servirán para elegir a los miembros del Poder Judicial, también sentarán las bases para la transformación del Poder Judicial, y de todos los órganos públicos autónomos dependientes del Poder Ejecutivo. Por lo tanto, la participación ciudadana será de suma importancia y vital para la creación de un Poder Judicial renovado e imparcial, que siga siendo parte del equilibrio de poder en el México democrático que la gran mayoría deseamos.

Recuerda: participar es tanto un derecho como un deber cívico. No dejemos en manos de unos cuantos el destino del Poder Judicial.

Javier Agustín Contreras Rosales. Colaborador de Integridad Ciudadana AC, Contador Público, Maestro en Administración Pública @JavierAgustinCo @Integridad_AC