Por Viviana Islas Mendoza. Publicado en ContraRéplica.
El pasado 1 de octubre las y los mexicanos fuimos testigos de un hecho histórico, por primera vez en la historia democrática del país, una mujer asumió el cargo de Presidenta de la República y por ende la Suprema Comandanta de las Fuerzas Armadas, hecho que ha dado la vuelta al mundo, pues apenas el 13% de los países es gobernado por una mujer.
Los últimos años la presencia de mujeres en los espacios públicos ha incrementado considerablemente, gracias al principio de paridad, el día de la toma de protesta de la Dra. Claudia Sheinbaum pudimos observar mujeres al frente de los Tres Poderes de la Unión, un número histórico de gobernadoras, congresos, ayuntamientos, gabinetes y organismos autónomos paritarios, sin embargo, la presencia de mujeres en estos espacios aún no se ven reflejados en el resto de la sociedad, siendo el sexo femenino el mayor sector de la población y el más marginado.
Las mujeres históricamente han sido un grupo vulnerable por el simple hecho de ser mujer, el reto de quienes llegan a los espacios de toma de decisiones, independientemente del género, es justamente cerrar esta brecha de desigualdad e impulsar políticas públicas con perspectiva de género que atiendan las necesidades diversas de las distintas realidades de lo que significa ser mujer en México.
Por ejemplo, de acuerdo con cifras oficiales, en 2022 más del 40% de las niñas vivían en situación de pobreza extrema, lo que se traduce en rezago educativo, trabajo infantil, discriminación, violencia y embarazo adolescente, aunado a que México ocupa el penoso tercer lugar en violencia sexual infantil, problemas que se acrecentan y se convierten en un círculo vicioso.
De acuerdo con el CONEVAL 7 de cada 10 mujeres es pobre, asimismo, el 28% de las mujeres de 25 a 34 años tienen un promedio de escolaridad de nivel medio superior. Por otra parte, sólo el 47% de las mujeres jóvenes con menor escolaridad están empleadas, comparado con el 91% de los hombres.
En el sector empresarial, a pesar de que el 43% de su plantilla laboral está conformada por mujeres sólo el 3% tiene puestos directivos. A diferencia de los hombres, la maternidad representa una desigualdad salarial y abandono de sus carreras profesionales, pues el 67% de las madres que tienen un empleo remunerado gana en promedio dos salarios mínimos mensuales.
En el ámbito público no es distinto, a pesar de los avances paritarios que mencionamos al principio, de acuerdo con el IMCO en los puestos de dirección sólo 3 de cada 10 son ocupados por mujeres, la mayoría de ellas ocupan espacios administrativos de menor jerarquía.
La falta de reconocimiento al trabajo no remunerado, las distintas violencias que sufren las mujeres que pueden llegar al feminicidio, la revictimización, la falta de oportunidades, la discriminación, son realidades que deben revertirse en el tiempo de mujeres.
La llegada de Claudia Sheinbaum representa un aliciente para quienes sostenemos que hay una deuda histórica con las mujeres, para quienes creemos en la paridad como una acción para transitar a una sociedad más equitativa, en la que hombres y mujeres tengamos los mismos derechos y mismas oportunidades. Mientras tanto, urge que el discurso dado en su toma de protesta sea realidad, que sea la presidenta de todas y todos, cambiar las realidades de las mujeres es una exigencia a gritos.
Viviana Islas Mendoza Colaboradora de Integridad Ciudadana, Consejera Local del INE Estado de México, Asesora en la Administración Pública Municipal, Politóloga por la UAM, con estudios de posgrado en Políticas Públicas y Derecho Parlamentario. @VivianaIslasM @Integridad_AC