Por Madgiel Gómez Muñiz. Publicado en ContraRéplica.
Byung-Chul Han, -filósofo surcoreano radicado en Alemania-, aborda en su obra “La crisis de la narración” (Herder, 2024) la transformación de la narración en la sociedad contemporánea y la distingue del moderno storytelling. Para Han, la narración tradicional está profundamente arraigada en la experiencia humana, conectada a la memoria colectiva, la tradición y el significado compartido.
Esta forma de narración tiene una estructura temporal amplia que permite la reflexión, el silencio y la comprensión de los eventos en un marco histórico y existencial (incluido el campo de lo político). En contraste, en una sociedad situada en el mundo del silicio y los escenarios repletos de big-data, el storytelling contemporáneo, es un producto rápido, superficial, orientado a captar la atención instantánea, utilizando técnicas de marketing y consumo. En lugar de profundizar sobre la consolidación de memoria histórica y el autoconocimiento cultural, busca el impacto inmediato y la manipulación emocional.
Una de las diferencias clave que establece Byung-Chul Han entre la narración y el storytelling se centra en la dimensión temporal, la cual tiene profundas implicaciones para la política y la consolidación democrática. La narración, entendida como un proceso largo y reflexivo, permite la maduración de experiencias colectivas y la construcción de una memoria histórica compartida, lo cual es esencial para la formación de una identidad política sólida. En democracias en proceso de consolidación, esta continuidad narrativa es crucial, ya que facilita la creación de un sentido de pertenencia y participación cívica basado en la experiencia y en la evolución de las instituciones democráticas a lo largo del tiempo.
Por el contrario, el storytelling, predominante en la sociedad de la información, responde a la lógica de la velocidad y la inmediatez, priorizando la producción y el consumo rápido de contenido. En lugar de fomentar una reflexión profunda y una comprensión gradual de los procesos políticos, el storytelling ofrece fragmentos de historias que carecen de contexto y continuidad. Esto no solo limita la capacidad de los ciudadanos para desarrollar una conciencia política madura, sino que también fomenta una participación política superficial, caracterizada por la reactividad ante estímulos inmediatos, en lugar de un compromiso deliberado con el proceso democrático.
La fragmentación que acompaña al storytelling tiene implicaciones directas para la construcción de una identidad cultural sólida. En lugar de contribuir a una narrativa cohesiva que refuerce la legitimidad de las instituciones democráticas, el storytelling favorece la dispersión de relatos desconectados, lo que dificulta la construcción de un sentido de comunidad política. Esto es particularmente problemático en democracias emergentes o frágiles, donde la falta de una narrativa histórica compartida puede debilitar la cohesión social y hacer que las instituciones democráticas sean más vulnerables a la polarización y la manipulación populista.
En este sentido, la preponderancia del storytelling en el ámbito político refuerza la crisis de legitimidad en los sistemas democráticos contemporáneos. Los líderes y partidos políticos que se apoyan en esta estrategia comunicativa tienden a simplificar problemas complejos en narrativas emocionales y breves, lo cual mina la deliberación política necesaria para abordar los desafíos estructurales de una democracia en proceso de consolidación como la mexicana. La falta de continuidad en los relatos políticos profundiza la desconexión entre la ciudadanía y las instituciones, impidiendo el desarrollo de una cultura política que sostenga la estabilidad democrática a largo plazo.
En resumen, la distinción que establece Han entre narración y storytelling no solo es relevante desde una perspectiva cultural o mediática, sino que tiene profundas implicaciones para la consolidación estructuras en el mundo de lo político (principalmente en América Latina). Mientras que la narración fomenta la creación de una memoria colectiva y un sentido de identidad política duradero, el storytelling, con su énfasis en la inmediatez y la fragmentación, socava estos procesos, debilitando los cimientos de las democracias en evolución y abriendo el camino para la desestabilización y el autoritarismo.
Dr. Magdiel Gómez Muñiz Colaborador de Integridad Ciudadana, Coordinador del Doctorado en Ciencia Política del Centro Universitario de la Ciénega – UDG. Profesor Investigador de Tiempo Completo de la Universidad de Guadalajara @magdielgmg @Integridad_AC