Por Javier Agustín Contreras. Publicado en ContraRéplica.
La izquierda ya gobierna México. Para muchos, esto significaba un cambio anhelado y un progreso integral. Sin embargo, después de seis años y al inicio del segundo sexenio del Movimiento de Regeneración Nacional, las voces de los críticos del poder, que antes levantaban la voz, se han acallado, y solo se escuchan a lo lejos murmullos inconsistentes de las minorías sin representación, críticas o aplausos de los medios, que no tienen la obligación de crear propuestas, sino más bien de manipular la opinión pública. La oposición, debilitada por su falta de entendimiento de la nueva realidad política, y una mayoría ensoberbecida, han llevado a la indiferencia de los ciudadanos, quienes se encuentran en su gran mayoría ocupados en la lucha diaria para sobrevivir en un México acotado por conflictos internos y amenazas constantes del exterior. El crimen sigue dejando una huella de sangre y dolor a lo largo de todo el país, sin distinción de clases sociales ni nacionalidades. Los hallazgos recientes en Jalisco ya no solo hablan de desapariciones, sino también de campos de entrenamiento y posiblemente de exterminio, como el de los Izaguirre, para los reclutas forzados por los cárteles. Para muchos, esto será solo un golpeteo político, pero la realidad es que estos fenómenos existen y sirven a un fin: engrosar al crimen organizado, aunado a una economía debilitada por causas externas.
México vive momentos críticos que requieren atención inmediata. Los políticos, sin distinción de partido, le han quedado a deber a los ciudadanos al no velar por un desarrollo sostenido e integral para la nación. Los de la 4T han gastado a manos llenas en proyectos y empresas que no justifican el gasto en términos de la relación costo-beneficio, y los de la oposición no se han dado cuenta de que la política ha cambiado, que ya no existen tiempos de institucionalidad. Los que hoy ejercen el poder han revivido el paradigma «papa gobierno – pueblo pobre», creando una base social dependiente de los programas sociales. Los programas para el bienestar superan los 14 millones y medio de afiliados, al menos en uno de los esquemas, sin contar los programas emblemáticos de la 4T, lo cual se puede consultar en este enlace. Esta situación silencia a los favorecidos bajo la sutil advertencia de que, sin ellos, no hay beneficios.
Estos partidos, que representan en conjunto a las minorías, se encuentran en un momento crítico: o se renuevan o se diluyen hasta su extinción. Existe la posibilidad de un resurgimiento solo si se atreven a crear nuevos cuadros para enfrentar a MORENA en 2027, impulsando acciones que inviten a los ciudadanos a participar, que saquen de la apatía política a los jóvenes y a los no tan jóvenes, que creen lazos de identidad con un proyecto nacional, y que les hagan creer nuevamente que su voz y voto son clave en el proceso democrático.
Es momento de que los legisladores y los dirigentes de sus bancadas, de la mano de sus institutos, piensen desde la comodidad de sus curules y oficinas si es viable política y económicamente mantener el sistema multipartidista, que no permite la consolidación de los proyectos y fomenta el «chapulineo». ¿Acaso no les convendría crear un sistema tripartidistaque permita tener bien definido a quién representan y su valor en el padrón electoral? Que el excesivo gasto se pueda convertir en proyectos de mantenimiento de la infraestructura vial, en el arreglo de las escuelas u otros servicios de infraestructura básica que realmente beneficien a la sociedad.
Es momento de hacer el cambio para equilibrar el poder. Sin embargo, esto solo podrá ocurrir si se cambian las reglas del juego y los jugadores cumplen con los lineamientos para la representación, que, en mi muy particular opinión, deberían ser un mínimo de afiliados a los institutos políticos del 10% del padrón electoral.

Javier Agustín Contreras Rosales. Colaborador de Integridad Ciudadana AC, Contador Público, Maestro en Administración Pública @JavierAgustinCo @Integridad_AC