Por Javier Agustín Contreras. Publicado en ContraRéplica.

Lo ocurrido el pasado fin de semana en la Asamblea Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) evidencia claramente que México enfrenta una crisis de identidad política. El partido que una vez fue hegemónico y fundamental en la transformación del país durante el siglo pasado ahora se ha convertido en una triste caricatura. En tan solo un sexenio, ha pasado a ser la tercera fuerza política, dejando al Movimiento de Regeneración Nacional como la primera, un cambio que no sorprende. El modelo priista se ha agotado y no supo adaptarse a los nuevos retos socioeconómicos del siglo XXI.

Además de no entender los desafíos del nuevo siglo, el PRI falló en realizar un cambio generacional y en integrar nuevos líderes políticos que se alinearan con las visiones futuras gestadas a nivel internacional, desde São Paulo hasta nuestra nación con el surgimiento del movimiento cardenista. Un grupo notable de militantes priistas, liderados por el Ing. Cárdenas, abandonaron el partido al no encontrar respuesta a sus propuestas, lo que facilitó el surgimiento del Partido de la Revolución Democrática, ahora parte de la historia política de México.

En lugar de evolucionar y presentar propuestas democráticas para transformar el país y su sistema partidista, la clase política nacional adoptó nuevas estrategias, incluso mañosas, para conservar el poder. Surgió el famoso «chapulineo», similar al intercambio de jugadores en el deporte, con la única finalidad de mantener el status quo. Esto quedó patente en la gran desbandada de los últimos dos años, protagonizada por exgobernadores, diputados y senadores que abandonaron el partido argumentando que este ya no los representaba, y por las marcadas diferencias con Alito Moreno, su líder nacional, señalando el inicio del fin de una era.

Alejandro Moreno pasará a la historia por su estilo disruptivo de hacer política y su incapacidad para generar consensos entre los militantes y líderes del PRI. Su aferramiento al poder, de manera tradicional, ha buscado establecer un cacicazgo mediante modificaciones a los estatutos del partido y su deseo de reelegirse por más de ocho años. Sin embargo, es evidente que lo que acontece es resultado de la renuncia de muchos ex priistas que prefirieron abandonar el barco ante su inminente hundimiento, en lugar de forjar frentes y estrategias que permitieran una reestructuración interna para enfrentar el desafío de Morena y sus aliados.

Los militantes del revolucionario institucional, no ven claro, con el actual liderazgo y solo con unidos podrán enfrentar la encrucijada crucial: adaptarse y reformarse profundamente o arriesgarse a quedar relegado en la historia política de México.

Javier Agustín Contreras Rosales. Colaborador de Integridad Ciudadana AC, Contador Público, Maestro en Administración Pública @JavierAgustinCo @Integridad_AC